El Rey Apóstol deja el traje de luchador y se pone la sotana
Luego de que recibiera en tres ocasiones el llamado de Dios, el luchador Rey Apóstol dejó la máscara y el ring para ponerse la sotana.
El luchador Rey Apóstol recibió el llamado de Dios para ponerse la sotana y encabezar desde la Iglesia la lucha contra el mal impulsando una dinámica evangelizadora en la comunidad.
Los designios de Dios son claros y no importa el tiempo que pase porque al final estos se cumplen y quienes reciben el llamado para consagrarse a Él, cumplen con su solicitud sin importar las veces que los haya llamado y la edad que tengan.
Un claro ejemplo de ello lo es el luchador Rey Apóstol que en tres ocasiones recibió el llamado de Dios para dejar su atuendo y ponerse la sotana para desde la Iglesia encabezar la lucha contra el mal, teniendo como eje los principios que como técnico defendió en el ring.
Luego de ocultar durante 30 años su rostro tras la máscara, Gustavo Becerra Román, integrante de la Dinastía Kaoma, formada por su padre y sus hermanos, dio el primer paso para responder al llamado del Señor y a los 51 años, el obispo Eugenio Andrés Lira Rugarcía, lo ordenó diácono en la Catedral de Matamoros.
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El luchador Rey Apóstol recibió 3 veces el llamado para vestir la sotana
En entrevista con Desde la fe, el diácono Gustavo Becerra Román recordó que recibió el llamado de Dios en tres ocasiones y que, como en las luchas libres, fue hasta la tercera cuando el Rey Apóstol se rindió y aceptó dejar su carrera como luchador para iniciar su formación para ponerse la sotana.
El primer llamado, dijo, fue cuando hizo la primera comunión y ahí tomó la decisión de entrar como monaguillo en la iglesia y posteriormente, a los 18 años, decidió ingresar al Seminario de Matamoros en donde cursó siete años, hasta los 25 en que por voluntad propia decidió hacer una pausa en su formación sacerdotal.
Desde ese momento, decidió seguir los pasos de su padre, el luchador Dr. Kaoma, y se involucró totalmente en la lucha libre como el Rey Apóstol, nombre que le puso su papá debido a su formación como seminarista. De esta manera, el luchador se hizo de un nombre en diferentes estados de la República Mexicana y dejó de lado la idea de ser sacerdote.
Dos nuevos llamados de Dios para que el luchador Rey Apóstol vistiera la sotana
Cuándo más enfocado estaba en su crecimiento como luchador y mientras se encontraba colocando carteles promocionado su próxima pelea, Becerra Román recuerda que en un momento sintió como un destello e inmediatamente escuchó en su interior la voz del Señor que le decía: “Promueves mucho la lucha libre, ¿por qué no me promocionas a Mí?”.
A raíz de ese nuevo llamado, el segundo, el Rey Apóstol junto con un amigo, crearon una fundación para apoyar a las personas en situación de vulnerabilidad, en especial a las personas de la tercera edad, proporcionándoles algunos servicios de salud, terapias de rehabilitación y medicinas.
La tercera llamada, se dio cuando en su labor altruista vio una realidad que le removió nuevamente algo en el interior, que la gente de la tercer edad “se nos iba, Dios los llamaba a su presencia, ahí es donde el Señor me empezó a mover y me dijo es que necesitas trabajar también en la cuestión espiritual”.
“Fue cuando el Señor me hizo un nuevo llamado, primero a la conversión, a sentir un dolor fuerte de mis pecados; recuerdo que entré en oración en la Catedral, sentí un golpe muy duro en el corazón de arrepentimiento, recuerdo que lloré mucho, le pedí perdón a Dios por mi vida, por mi egoísmo y empecé a acercarme a la iglesia”, indicó el diácono.
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“Es ahora o nunca”, la decisión final del luchador para acudir al llamado y ser sacerdote
Para ese entonces Becerra Román ya tenía 40 años, albergaba aún la idea de retomar su carrera como luchador y cuando aún no tomaba una decisión final sobre el futuro del Rey Apóstol, un domingo en que se encontraba en la Catedral de Matamoros, volvió a escuchar en su interior el llamado de Dios para que se pusiera la sotana.
“Nuevamente el Señor me volvió a llamar, en mi conciencia escuché que me decía ‘oye, te he estado insistiendo mucho tiempo’. Sentí que me dijo ‘es ahora o nunca; me dices ya o ya no te voy a insistir’. Ahí fue cuando dije voy a intentarlo y fue cuando decidí entrar al Seminario de nueva cuenta”, comentó.
Así, pasaron varios años desde que buscó reiniciar su formación como seminaristas y después de una larga espera, aceptaron a Gustavo Becerra Román, de 47 años, para ingresar al Seminario en Matamoros, e hizo los cuatro años que faltaban para concluir sus estudios.
Las trampas del mal para que el luchador Rey Apóstol desistiera de usar la sotana
¿En el Seminario el mal trató de hacerle trampa al luchador para que desistiera en su intento de ordenarse como sacerdote?, se le cuestionó.
“Sí, como no, y sufrí mucho. A veces el desear la fama, el seguir haciendo lo que hacía, el recibir aplausos, decía que me gustaría volver a experimentar eso y porque acá (en el Seminario) es otra cosa.
“Me preguntaba si con el sacerdocio no estaba buscando lo mismo, ser el centro de atención, porque el luchador era el centro de atención arriba del ring, y acá tal ves quiero ser el centro de atención en el ministerio, a lo mejor no tienes una recta intención, a lo mejor estás buscando el aplauso también de la gente.
“Había una reflexión de si estaba siguiendo al Señor o si me estaba siguiendo a mí mismo, si me estoy promocionando yo o estoy promocionando al Señor, porque el que tiene que tiene que brillar, el que tiene que ser la luz y realmente el protagonista es Cristo, no uno”.
“A veces sí quería salirme o correr, pero si el Señor me llamó yo estaba respondiéndole a Él; a veces le decía ‘¿Señor por qué me llamaste, yo estaba muy bien luchando?’ Pero no pude dejar de escuchar su voz, fue para mí algo muy claro y fue lo que me mantuvo firme hasta llegar al Diaconado”, reconoció durante la entrevista con Desde la fe.
¿Cómo se combina la religión con la lucha libre para promover el Evangelio?
El diácono Becerra Román aseguró que aprovechará su formación y experiencia como luchador para comunicar los valores del deporte a los jóvenes y cómo éstos se relación con el Evangelio y la palabra de Dios, a fin de que los asuman y los comprendan de una manera diferente.
“Por medio del deporte se puede dar un mensaje sobre los valores a los jóvenes. Que los jóvenes se disciplinen, controlen su cuerpo, su peso, dominen sus inquietudes y sus ímpetus. Que sean como un luchador limpio, porque el Rey Apóstol es técnico, y tiene que vencer sin hacer trampa, sin ser agresivo, sin lastimar”, ejemplificó.
En este sentido, indicó que desde el ministerio, y con miras a su ordenación como sacerdote, como un buen luchador se tiene que preparar muy bien y tener bien puesta la sotana, porque “el rudo viene con todo y te echa montó, por lo que debes tener la fuerza y la convicción para vencer a cuatro en un momento”.
“Es un entrenamiento que tienes que realizar más de lo normal para poder vencer y eso me ayuda a llevarlo a mi vida, a prepararme con la oración, a prepararme con las obras de caridad para tener una vida espiritual firme para vencer las tentaciones y salir adelante en este camino del Señor”, puntualizó.
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¿Qué es lo que sigue para el luchador que dejó el ring para ser sacerdote?
El diácono indicó que lo que sigue es el sacerdocio, porque si el Señor lo invitó a trabajar en su viña, no hará oídos sordos a Su voz, y está dispuesto a trabajar, y como un luchador se mantendra puesta su sotana, por lo que “si el Señor quiere que trabaje ahorita como diácono, adelante, y después como sacerdote, adelante”.
“No me apura porque nosotros no somos el Mesías, el Mesías es Cristo, cuando Él lo decida ahí vamos a estar para apoyarlo, porque el sacerdote es para estar con Cristo y yo tengo que estar con Él.
“Estoy disfrutando el diaconado y estoy sorprendido de cómo el Señor trabaja a través de uno, cómo somos sus instrumentos. Estoy muy contento y dispuesto a seguir en esta lucha y a no bajarme del ring al que ya me subí y a luchar por el Reino de los Cielo”, concluyó.