“WhatsApp mató los grandes romances”, opina Carlos Luna, de 40 años, al recordar los días de su noviazgo con su actual esposa Dafne Ambriz, romance que, a pesar de las circunstancias, pudo trascender.
La invitó a salir a finales de 1998; pero antes de concretar la cita, tuvo que ir a pedir permiso a su mamá. “Una cita acordada con los papás de la novia, un trato con alguien de mayor autoridad, aterrizaba mucho las intenciones del pretendiente. Es decir, había que dar la cara”.
Sólo siete meses después, ambos acordaron que querían unir sus vidas tanto por el civil como por la Iglesia, previa pedida de mano, como se acostumbraba en ambas familias, aunque no siempre era un momento cómodo. “Según la costumbre, el padre del novio decía ante la familia quién eras, decía tus fallas, tus virtudes, lo que tenías, lo que no”.
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La familia de Dafne estuvo de acuerdo con la boda, excepto una persona. “Mi mamá se negó”, recuerda ella. “Y como entonces no había WhatsApp para planear qué hacer después, tuvimos que tomar una decisión al momento”.
“Me la robé esa misma noche –ríe Carlos–. Era sábado. Tomamos un taxi y llegamos sin avisar a casa de mi hermana. Todo estaba muy revuelto. Alguien diría que en esa situación el WhatsApp habría sido una ventaja. Para mí no. Si entonces hubiera mandado un mensaje a un familiar, quizá me habría dicho: ‘Échate pa’ atrás’. O peor aún, si hubiera pedido consejo a un amigo de parrandas, quizá yo habría indicado al taxista darse vuelta. Así que a mis 19 años tomé una decisión valiente, sin dar oportunidad a opiniones”.
Para el lunes, la pareja fue al registro civil y la boda se concretó, pero al momento en que concluía, llegó la mamá de Dafne acompañada de unas personas, y empezaron a agredir a todos los presentes.
Carlos y Dafne se tomaron de la mano, salieron corriendo en medio de una veintena de confundidos policías, y uno los detuvo. “Pero como si se tratara de una película –dice Dafne–, por entre el alboroto pasó un taxi, nos subimos y huimos de mi mamá”.
Para Carlos, actualmente ya no hay buenas historias de romance. “Hoy se toman decisiones prácticas, tan prácticas como un mensaje de texto; a las historias de amor ahora les falta corazón”.
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