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“Hábleme de campanas y yo le digo lo que quiera”, asegura el diácono Rafael Parra Castañeda sobre su tema de especialidad y de conversación favorito, ya que durante 24 años fue el responsable del Campanario de la Catedral Metropolitana. Ese periodo estuvo lleno de momentos hermosos, pero entre ellos destaca la bendición que el Papa Juan Pablo II dio a la campana más joven de Catedral, dedicada a san Juan Diego.
Fue la única campana que bendijo el Papa viajero en el mundo y se mandó construir precisamente con motivo de su quinta visita a México, en que canonizó al santo indígena.
El padre José de Jesús Aguilar, ahora canónigo de Catedral y en ese entonces sacristán mayor, solicitó el permiso del Cardenal Norberto Rivera, entonces Arzobispo Primado de México, para iniciar una colecta entre los fieles y mandar construirla con motivo de la ceremonia.
Así se hizo, la colecta se abrió entre los fieles y la campana se mandó construir al estado de Hidalgo con el fundidor Filemón Leyva. El diácono Rafael Parra fue testigo de todo este proceso.
“Estuve en la fundición y vi cómo se fue formando. Me parece muy importante destacar que pese a la generosidad de la gente el costo total no se completó y aún así el fundidor aceptó hacer el trabajo, él decía que lo hacía por san Juan Diego”.
La mañana de ese 31 de julio de 2002, cuando el Papa Juan Pablo II salía de la Nunciatura Apostólica hacia la Basílica de Guadalupe para la ceremonia de canonización de san Juan Diego pasaría por Catedral en el papamóvil.
“La pusimos en el atrio para que él la bendijera, colgada de un soporte; en el momento en que pasó por la Catedral, el Cardenal Norbeto Rivera le toca el hombro al Papa y le señala la campana, se detuvo el Papamóvil y ahí estábamos el fundidor y yo junto a la campana”.
“Sentí una gran emoción en ese momento, nunca pensé sentir una presencia de un hombre como él, su mirada no fue específicamente a la campana sino a los que estábamos ahí y vi cómo después bajó su mirada a la campana, levantó su mano en señal de la cruz y mandó su bendición, entonces la empezamos a tocar”.
A la par la acompañaron el resto de las campanas de Catedral.
Posteriormente, la campana de San Juan Diego se ubicó al costado derecho de la campana dedicada a “Santa María de Guadalupe”, la cual pesa cerca de 13 toneladas y tiene un sonido grave que alcanza unos 8 kilómetros de sonido.
La de San Juan Diego tiene un sonido agudo y, dependiendo la dirección del viento y su sonido puede escucharse a 10 kilómetros de distancia. El sonido de ambas se unía para tocar el Ángelus.
El diácono también recuerda que la gente que subía al campanario en los recorridos turísticos que se hacían disfrutaban sobre todo escuchar el sonido de la campana más joven.
Rafael Parra estudió mecánica industrial. Asegura que hubo un momento en su vida en que el Señor lo llamó y el respondió, comenzó a interesarse por su Palabra y acudió a Catedral donde tomó cursos de teología.
“La empresa en que yo trabajaba se fue a la quiebra y en Catedral conocí al sacristán mayor de la Catedral que era Luis Ávila, él me invitó a trabajar en Catedral y el encargo que me dio fue las campanas, así fue como empecé”
“Ahí fue donde nació ser campanero y ser diácono permanente”.
El diácono sirve desde hace poco más de un año en la Basílica de Guadalupe por petición del rector del recinto mariano, monseñor Salvador Martínez.
Desde 2017, las campanas de Catedral ya no tocan pues las torres de Catedral resultaron dañadas en el sismo del 19 de septiembre de ese año y no han sido reparadas. Si bien, las campanas se encuentran en buen estado.
El diácono Rafael Parra asegura que en este momento de la pandemia de COVID-19 sobre todo le gustaría que las campanas sonaran tocando la Rogativa, como lo han hecho las de la Basílica de Guadalupe.
Existen dos toques de campana que especialmente son plegarias o súplicas, y son conocidos como de Andas y Plegaria Rogativa. Estos toques se dieron en el 2009, durante la epidemia de influenza, y también cuando se sacó en procesión al Cristo de la Salud.
El toque de la Plegaria Rogativa es como si se rezara por sílabas la siguiente frase: Ruego al Señor; te rogamos Señor.
Y asegura que un sueño para él es pronto escuchar de nuevo las campanas de Catedral e incluso él mismo poder tocarlas. “No sé cómo se escucharían con tanto tiempo que se han quedado quietas, pero ellas me dieron vida a mí por muchos años, y yo les daría vida a ellas”.
Con información de Miriam Apolinar.
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