El Santo Rosario en México, ¿se sabe cuándo llegó este rezo?
Desde 1538 se tiene registro de la devoción a la Virgen del Rosario en nuestro país.
Un documento antiguo sostiene que el Rosario tuvo su origen en la Orden de San Benito y fue conocido como Salterio de la Virgen; comenzó a tomar forma en el siglo XIII, cuando se acostumbraba recitar en los monasterios los 150 Salmos de la Biblia, pero como había personas que no sabían leer o eran desmemoriados, los Salmos fueron sustituidos por Padres Nuestros y luego se incluyó la Salutación del Ángel Gabriel en el Ave María (Lc. 1, 26-42).
Se dice que, en 1214, santo Domingo de Guzmán tuvo una aparición de la Virgen quien le entregó un rosario en la iglesia de Proville; a esta advocación la llamaron la Virgen del Rosario.
Para el siglo XVI, el rezo ya tenía la forma actual, incluyendo la meditación de 15 Misterios sobre la vida de Cristo, el Credo, los Padre Nuestro y las Ave María, y el Papa dominico Pío V, en 1569, con la Bula Consueverunt Romani Pontífices, estableció su devoción para la Iglesia y luego, tras la Batalla de Lepanto del 7 de octubre de 1571, agregó una segunda parte del Ave María: “Ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.”
Se sabe que la primera Cofradía del Rosario la fundó en Europa el beato Alano de Rupe, O.P. en Douai, Francia, en 1470, y fue aprobada por el Papa Sixto IV en 1478.
Su llegada estimada a México
En México, la Cofradía del Rosario data del 16 de marzo de 1538 y fue creada por Fr. Tomás de San Juan.
El Rosario, ya organizado en Cofradías, prosperaba años antes de la muerte de Fray Juan de Zumárraga y de Juan Diego, ocurridas en 1548, no obstante, la primera capilla dedicada a la esta advocación mariana está en Puebla, y fue construida hasta 1650 por iniciativa de Fr. Juan de Cuenca, en el templo de Santo Domingo cuyos cimientos datan de 1550.
Fueron los Predicadores de Santo Domingo quienes le dieron mayor difusión al Rosario, y en todos sus conventos estaba la imagen de la Virgen del Rosario, como en Tetela del Volcán, Morelos, donde hay un fresco que muestra el “Milagro de la Virgen del Rosario”, que fue retomado en las crónicas de Agustín Dávila Padilla, Alonso Franco y Juan José de la Cruz Moya.
Se trata de un indígena de Tepetlaoztoc, en 1541, que en agonía mandó llamar a Fray Domingo de la Anunciación, quien acudió cuando ya había fallecido. El religioso comenzó a rezar el Rosario y el indígena resucitó y narró que algunos “diablos encarnados de sus antiguos ídolos” se apoderaban de su alma, cuando un ángel ordenó su liberación, porque el difunto pertenecía a la Cofradía del Rosario. El indígena pudo confesarse y luego murió. Este mural pudo haber sido pintado hacia 1562.
Ya desde 1524, con las Ordenanzas de Buen Gobierno para los moradores de Nueva España de Hernán Cortés, pedía: “Que sean obligados a hacer… una casa de oración o Iglesia, y tenga en ellas cruces donde recen y una imagen de Nuestra Señora y cada día por la mañana antes de que salgan a hacer (su jornada) los lleven allí y les digan cosas de Nuestra Santa Fe, y les muestren la oración del Paternoster, el Ave María, Credo y la Salve Regina”.
Y por Célula Real del 28 de mayo de 1530, es decir, poco más de un año antes de las apariciones, se emitió en España la norma para realizar en México el Paseo del Pendón, y se ordenaba “rezar vísperas y oír misa”.
Carlos Villa Roiz es periodista especializado en religión