El Arzobispo Primado de México, Carlos Aguiar Retes, agradeció a la comunidad parroquial de San Juan Pablo II y Santo Tomás Moro su labor como parroquia de formación de seminaristas de la Arquidiócesis de México.
En este templo, ubicado en la colonia Florida de la Ciudad de México, se forman siete jóvenes, dos de ellos desde hace casi ya dos años.
El Cardenal Aguiar explicó que previo a la Misa platicó con los seminaristas. “Están aprovechando muy bien esta formación, están muy contentos. Muchas gracias a ustedes por su cooperación y su oración, pidamos una y otra vez al Señor que nos dé más vocaciones al sacerdocio, las necesitamos”, dijo a los fieles.
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Santo Tomás Moro es una de las 5 parroquias que actualmente es centro de formación de seminaristas en la Arquidiócesis de México. Los jóvenes pasan en los templos cuatro años de sus estudios, de los cuales al menos dos permanecen en una sola parroquia, informó el padre Federico Altbach, rector del Seminario Conciliar de México.
Durante su Homilía, el Cardenal reflexionó sobre el Evangelio según san Marcos (3, 1-6) en que Jesús encontró a un hombre que tenía una mano tullida y lo curó. Lo hizo frente a los fariseos, quienes sólo buscaban un pretexto para juzgarlo.
El hombre no pidió ser sanado, destacó el Arzobispo. “Es interesante que a veces el Señor sin que se lo pidamos interviene en nuestra vida. Pensamos que para que intervenga Dios necesitamos siempre pedírselo. No, Dios es Nuestro Padre, está pendiente de nosotros. Jesús observó a ese hombre, ‘necesita la salud de su brazo, se la voy a dar, es un regalo’”.
“Lo importante es saber descubrir esas intervenciones que Dios hace, reconocerlas y agradecérselas, así crece nuestra sensibilidad para detectar que efectivamente Dios es mi padre y está al pendiente de mí”, agregó el Arzobispo.
Uno de los principales proyectos que el Arzobispo Aguiar implementó tras asumir su cargo hace casi dos años fue que los seminaristas llevaran a cabo parte de su formación en parroquias, dentro de pequeñas comunidades.
El objetivo es que tengan un acompañamiento más cercano de parte de los formadores y de los párrocos; que puedan conocer más de cerca todas las facetas de la vida parroquial y que tengan un tipo de formación pastoral más cercana a las personas y desarrollen actitudes misioneras.
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