Casa María, un refugio para víctimas de explotación sexual
En la capital de Puebla está Casa María, este invaluable espacio de apoyo.
La vida del padre Fernando Mellado cambió cuando un joven a punto de casarse se le acercó para pedirle que le permitiera que, el día de su boda, una mujer en situación de prostitución lo entregara en el altar.
Cuando era niño, sus padres lo echaron a la calle y aquella mujer fue la única que le ayudó, le dio de comer y le brindó el amor que necesitaba. Ese día el sacerdote decidió que, tras su jubilación, dedicaría el resto de su vida a la atención de mujeres víctimas de explotación sexual.
El padre Fernando reunió a un grupo de laicos que lo apoyaron en su nueva empresa, pero murió poco tiempo después de cumplir 75 años, su edad de jubilación.
Sin embargo, sus colaboradores decidieron seguir adelante con el sueño de su párroco, que lleva el nombre de Casa María, donde hoy se sigue ayudando a las mujeres víctimas de explotación sexual.
Puedes leer: De víctima de trata a “Madre Teresa de las prostitutas”
Es un lugar ubicado en la zona de prostitución del centro de la ciudad de Puebla, donde las mujeres pueden descansar; además, Casa María les ofrece atención psicológica y de salud, charlas de autoestima, acompañamiento espiritual y capacitación para que, cuando se sientan listas, tengan otra opción de trabajo bien remunerado.
“Queremos empoderar a nuestras hermanas -explica Jesabel Becerra, coordinadora del proyecto-. El objetivo es darles herramientas para que salgan adelante y que vean que existen otros horizontes”.
“Cuando el padre nos invitó al equipo nos enamoramos de su sueño y de la oportunidad de ser una luz de amor y esperanza para nuestras hermanas”.
Varias veces a la semana, las voluntarias salen a la calle para acompañar a las mujeres, darles a conocer la existencia de la casa y ofrecerles conocerla.
“Cuando empezamos el abordaje con nuestras hermanas en la calle, ellas estaban escépticas ¿Quién y por qué se preocuparía por ellas? ¿A cambio de qué? Poco a poco nos ganamos su confianza”.
“El objetivo de nuestra labor es darles esperanza a estas hermanas nuestras, sometidas, que conozcan el amor de Dios”, relata Rossana Rojas, directora de Casa María, iniciativa que ha recibido apoyo de la Red Rahamim.