Un físico explica desde la fe las nuevas imágenes del universo
Las imágenes de la NASA muestran cómo se unen la ciencia y la fe en un armonioso abrazo para contemplar la belleza de las obras de Dios.
Se acaba de concretar uno de los mayores logros científicos de la historia. Después de un largo viaje y un periodo aún más largo para ponerlo operacional, el Telescopio Espacial James Webb acaba de tomar sus primeras fotografías, las primeras imágenes del universo.
¿Qué tienen de extraordinario estas imágenes del universo?
Este telescopio fue diseñado para poder tomar imágenes del universo en la banda infrarroja del espectro electromagnético con lentes de muy alta definición que funcionan a temperaturas muy bajas, por lo que el telescopio debe llevar nitrógeno líquido ¡a 173 grados bajo cero!
Esto le permitirá sondear las más lejanas profundidades del espacio, y dado que la luz que proviene de esas regiones ha tardado más de 10,000 millones de años en llegar a nuestra vecindad, eso implica que estaremos viendo el universo, apenas unos millones de años de su origen.
Estos estudios tendrán un impacto profundo en la Teoría del Big Bang, desarrollada por el científico-sacerdote belga Georges Lemaitre en 1927 y podrá ser ratificada, corregida o desvirtuada, de ahí su trascendencia.
En el principio Dios creó…
Ampliando nuestro panorama de estudio y considerando que para muchos científicos (curiosamente la mayoría ateos o escépticos en cuestiones religiosas), esta teoría no les gusta pues implica que el universo empezó a existir desde hace un periodo finito del tiempo.
Esto es, no existía el universo o estaba en estado latente, y de repente ‘explotó’ (de ahí el mote un poco sardónico de ‘Big Bang’ –Gran Explosión’-) y de ahí a hablar de la Creación del Universo por un Ser Superior no hay más que un paso.
Si bien, el mismo Lemaitre, siendo al mismo tiempo científico y sacerdote, se cuidó muy bien de no extraer conclusiones religiosas de datos científicos, el hecho es que, si analizamos este tema desde un punto de vista filosófico o teológico, si podemos considerar que, al menos hasta donde sabemos hoy día, si podemos hacer la suposición que el ‘fiat lux‘ (Gn. 1,3) del que habla la Biblia es el momento del Big Bang,
Y es que, cuando contemplamos la grandiosidad del universo, en una noche despejada y clara, tenemos la impresión de una inmensidad grandiosa, una belleza que nos deja mudos y nos sentimos unidos al universo todo en una oración de agradecimiento y alabanza a Dios, por esta manifestación de su poder y Su Munificencia.
Entre los científicos-filósofos-teólogos, que se dedican a estudiar estas realidades, hay una especie de consenso de que el universo está finamente ‘sintonizado’ para el surgimiento del hombre.
¿Quién puso en sintonía el universo?
Nos dicen que, si alguna de las constantes básicas del universo hubiera sido ligeramente diferente de lo que son, el universo no existiría como lo conocemos, ni habría surgido el ser humano.
Por ejemplo, si la constante de la Gravitación Universal, descubierta por Isaac Newton, hubiera sido ligeramente más grande de lo que es, toda la materia estaría aglomerada y no se podrían realizar las reacciones químicas de la vida, por otro lado, si hubiera sido ligeramente más pequeña, no se habrían podido formar las estrellas, ni los planetas, y por lo mismo no se habría podido desarrollar la vida.
¿Pero?, ¿pudieron ‘sintonizarse’ estas seis constantes básicas del universo por sí solas? No, concluyen los científicos. Tiene que haber algo, a ‘alguien’ que sintonizó el universo, para que pudiera surgir el ser humano, consciente y dotado de libre albedrío que pudiera contemplar. admirar y agradecer el ser parte de este magnífico, grandioso y bello universo.
Ciencia y fe, unidos en un abrazo
Dios, en su munificencia creó el Universo y al mismo tiempo lo dotó de seres independientes, libres e inteligentes, que, admirando esta inmensa y bella creación, cayera de hinojos y exclamara ese hermoso Salmo 19: “¡Cómo cantan los cielos Su majestad! … Cuando contemplo los cielos, obra de tus manos, la Luna y las estrellas, que tú: has establecido ¿Qué es el hombre, para que de él te acuerdes, o el hijo del hombre para que tú cuides de él? (Sal. 8,1,4-5)
¡Qué maravilla! ¡La ciencia más avanzada nos conduce a admirar más la hermosa obra del Creador! Ciencia y Fe, unidos en un armonioso abrazo para elevarnos a la contemplación de la belleza de las obras del Creador; Así Sea. Amén.
*El físico Adolfo L. Orozco Torres coordina el Proyecto Ciencia y Fe del Colegio de Estudios Guadalupanos de la Universidad Intercontinental.