Card. Carlos Aguiar Retes y el obispo Francisco Cerro Chaves / Fotos: Arquidiócesis de Toledo
Con el objetivo de promover y divulgar el amor a la Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, invocada en México y en España con el nombre de Guadalupe, este lunes se concretó el hermanamiento de los templos guadalupanos de ambos países.
La ceremonia, que se llevó a cabo en el marco de la solemne celebración eucarística del mediodía en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de Extremadura y Reina de la Hispanidad, se concretó con la firma del acuerdo por parte del Cardenal Carlos Aguiar Retes, Arzobispo Primado de México, y monseñor Francisco Cerro Chaves, Arzobispo de Toledo.
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Con dicho acuerdo, tanto la Insigne y Nacional Basílica de Santa María de Guadalupe, de México, y la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, de España, se comprometen a:
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Con la firma del acuerdo, se concluye también que “este hermanamiento fortalezca los lazos fraternos que siempre han unido a nuestros pueblos y redunde todo ello en la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas”.
El hermanamiento en la Iglesia significa el alentarnos y ayudarnos mutuamente para gozar de la plenitud de las bendiciones del Evangelio; significa demostrar cortesía, compartir experiencias, prestar servicio y demostrar amor, ayudar y efectuar actos de bondad.
En el caso del hermanamiento concretado entre los templos guadalupanos de México y España, este implica que en cada uno de ellos se celebrará, en las fechas correspondientes, y con solemnidad las fiestas de la Virgen mexicana y de la Virgen española, además de entronizar las imágenes de ambas advocaciones, lo que redundará en la divulgación del conocimiento de ambas apariciones de la Santísima Virgen para estrechar los vínculos entre sus correspondientes devotos.
Nuestra Señora la Virgen de Guadalupe, Reina de México y Emperatriz de América, se apareció en cuatro ocasiones san Juan Diego, un indígena chichimeca, en el cerro del Tepeyac, y en una ocasión a su Juan Bernardino.
En el relato guadalupano conocido como Nican Mopohua se narra que tras la primera aparición, la Virgen ordenó a Juan Diego que se presentara ante el primer obispo de México, Juan de Zumárraga, para decirle que le erigieran un templo. Ante el escepticismo de lo contado, Zumárraga le pidió una prueba a Juan Diego.
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En la última aparición de la Virgen y por orden suya, el 12 de diciembre de 1531 Juan Diego llevó en su ayate unas flores que cortó en el Tepeyac, se dirigió al palacio del obispado y desplegó su tilma ante el obispo Juan de Zumárraga, dejando al descubierto la imagen de la Virgen María.
Algunos códices antiguos sitúan el origen de la imagen de la Virgen de Guadalupe en el siglo I del cristianismo y a su autor al mismísimo San Lucas, aunque la imagen que hoy se venera en este lugar es una talla románica, en cedro, del siglo XII.
En el siglo XIII la Virgen de Guadalupe, patrona de Extremadura y Reina de la Hispanidad, se le apareció a Gil Cordero, un vaquero de la provincia de Cáceres, junto al castillo de Alía y le dijo que existía una escultura de ella junto al río Guadalupe. En una ocasión estaba cerca de ese río y se le perdió una vaca, la cual encontró muerta. Cuando la iba a desollar, como era costumbre, le hizo una señal en forma de cruz en el vientre y el animal revivió y se levantó.
Entonces el vaquero se preguntó si ese sería el lugar indicado por la Virgen que se le apareció junto al castillo de Alía. Excavó y, a un metro de profundidad, encontró la caja con la Virgen en su interior. En el lugar hizo una cabaña, donde depositó a la Virgen. Posteriormente, fue a la iglesia de Cáceres e informó al clérigo de mayor responsabilidad de su hallazgo y del deseo de la Virgen de recibir culto en ese lugar. El clérigo no le creyó.
Cordero regresó a su a su casa y encontró a su hijo muerto y rezó para que la Virgen lo devolviese a la vida y, de esta forma, todos creyeran en su historia milagrosa. Cuando los clérigos se dispusieron a oficiar el entierro el hijo volvió a la vida, se levantó y dijo que una mujer le había ayudado a levantarse. Entonces los clérigos creyeron y fueron juntos en peregrinación a aquel sitio, donde encontraron la cabaña y acordaron construir una ermita.
La construcción de la antigua Basílica de Guadalupe inició el 25 de marzo de 1695 y fue terminado en abril de 1709. La decisión de construirla en este lugar se remonta al siglo XVI en diciembre de 1531, luego de que la Virgen de Guadalupe se apareció en cinco ocasiones en el Cerro del Tepeyac.
A principios del siglo XIX, y con motivo de la construcción del convento de los capuchinos en su lado este, el templo sufrió graves daños. Luego fue alterado drásticamente. Su estilo barroco desapareció en su mayoría y fue reemplazado por el neoclásico, y se le agregó un altar diseñado por José Agustín Paz y Manuel Tolsá.
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Fue hasta el 12 de octubre de 1976 que se consagró la también llamada Villa de Guadalupe o Nueva Basílica con el objetivo de albergar a más feligreses que acudían a lo largo del año a visitar el templo, pero que se incrementaba el número los días 12 de diciembre, fecha en que se celebra a la Morenita del Tepeyac.
El Real Monasterio de Santa María de Guadalupe es un monasterio del siglo XIV situado en la localidad española de Guadalupe, en la provincia de Cáceres, España, que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1993. En su interior se aprecian los estilos gótico, mudéjar, renacentista, barroco y neoclásico.
El santuario se mantuvo como priorato secular durante cuarenta y ocho años en los reinados de Alfonso XI de Castilla y Enrique II de Castilla, bajo patronato real y señorío civil. En 1389 pasó a ser monasterio, según una real provisión expedida por Juan I de Castilla. Sus nuevos moradores fueron los monjes de la Orden Jerónima, una comunidad de 32 miembros procedentes de San Bartolomé de Lupiana (Guadalajara).
En 1835 tuvo lugar la exclaustración, quedando la iglesia para uso de parroquia dependiente de Toledo. Años después se declaró al conjunto Monumento Nacional (1879). Alfonso XIII consignó una Real Orden para la entrega del santuario a los frailes franciscanos, con lo que comenzó una nueva etapa. Pío XII, en 1955, encumbró el santuario a la condición de basílica.
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