‘La Colmena’, 32 años de cambiar la vida de niños con discapacidad
Conoce esta escuela en México que ha acompañado a unas 500 'abejitas' en su desarrollo.
“La Colmena” es una escuela de educación especial en la colonia Casas Alemán (Ciudad de México), que durante más de 3 décadas se ha dedicado a desarrollar las habilidades de niños con discapacidad, como Poncho y Juan, cuyos casos aquí te relatamos brevemente.
Hace 32 años, Josefina Landero -cuyo hijo, Juan, había nacido con una discapacidad- se acercó a su amiga Laura Salas para contarle su gran preocupación: se preguntaba qué haría su pequeño cuando ella falleciera. Y es que si bien en aquel entonces había centros para su atención, no contaban con un modelo de trabajo para hacer de ellos personas autosuficientes.
De aquella plática surgió la idea de fundar un lugar en el que los niños con discapacidad pudieran desarrollar habilidades de trabajo. Josefina echó a volar la imaginación y comenzó a soñar en un espacio donde hubiera muchos niños, todos trabajando como abejitas, ocupados en sus tareas y en sus juegos.
Así, Josefina y Laura pusieron manos a la obra y fundaron “La Colmena”, como una organización sin fines de lucro, en una granja en Zacatenco. Posteriormente ocuparon una casa parroquial por aquella zona de la ciudad, y finalmente se establecieron en el Centro Social Aquiles Serdán, en la colonia Casas Alemán, donde ya llevan 27 años trabajando como escuela de educación especial.
Laura Salas platica que actualmente unas 30 “abejitas” acuden diariamente a “La Colmena”, donde reciben talleres de cocina, panadería y costura, y juegan fútbol dos días a la semana. “También practican danza contemporánea y se han presentado en el Centro Nacional de las Artes y en el Teatro de la Ciudad”.
Poncho, un gran cuidador
Laura platica que Poncho, debe su discapacidad al síndrome 5p-, llegó a “La Colmena” cuando tenía 10 años, en aquel tiempo en que todavía la escuela operaba en Zacatenco. Su hermanita tenía la misma discapacidad -refiere Laura-, pero sufría mayores alteraciones que él, y por eso se decidió que ya no acudiera a esta escuela.
Señala que con el tiempo la hermana de Poncho empezó a enfermar cada vez más, y como su mamá tenía que salir a trabajar, él se vio en la necesidad de atenderla, así que sólo se presentaba en “La Colmena” los días en que su mamá se quedaba en casa.
La cofundadora de “La Colmena” platica que Poncho adquirió tal autosuficiencia, que no sólo se hacía cargo de sus propios cuidados, sino también de atender a su hermana, desde la mañana hasta la noche: le hacía de comer, la aseaba, la cambiaba, le ponía oxígeno y todo lo que requería en su enfermedad.
“La hermana de Poncho falleció hace sólo dos meses -platica Laura-, pero esa capacidad que él desarrolló le ayudó a ser un gran cuidador”.
El caso de Juan
Laura también platica acerca de Juan, el hijo de Josefina -y quien inspiró la creación de “La Colmena”-: una “abejita” muy feliz y trabajadora, que, al igual que Poncho, un día tuvo que hacerse cargo de los cuidados de la casa, cuando su mamá enfermó.
Juan también fue un excelente cuidador -asegura Laura-: sabía lavar ropa, tender camas, atender a su mamá en la enfermedad. “Y así lo vino haciendo hasta el día en que su mamá falleció, hace aproximadamente un año”.
Aunque la muerte de su mamá le ha resultado muy difícil -platica Laura-, Juan tiene fe en Dios y la confianza de que un día volverá a ver a su madre, “Josefina, quien nos dejó una costumbre que hemos mantenido durante los 32 años de existencia: orar y agradecer a Dios por la mañana y a la hora de la comida”.
La Colmena, 32 años de esfuerzo
En 32 años de funcionamiento, “La Colmena” ha trabajado con más de 500 “abejitas”; pero no ha sido nada fácil, sobre todo por el tema del dinero: la escuela ha tenido que sobrevivir metiendo proyectos a concurso, ya sea en el DIF, en la Sedesol o en otras instancias de gobierno.
Y durante estas más de tres décadas de labor, Laura ha visto pasar muchos casos como los de Poncho y Juan, chicos que alcanzan tal grado de autosuficiencia, que incluso llegan a insertarse en la esfera laboral.
“Hubo un chico, por ejemplo, que hacía tan buen trabajo, que pronto lo contrataron y le dieron seguro. Sin embargo, un día ya no aguantó el bullying que le hacían en su centro de trabajo y quiso regresarse a “La Colmena”. Y es que por lo general los maltratan o se burlan de ellos. Por eso ahora tenemos el sueño de abrir una microempresa donde ellos puedan sentirse bien”.
El pasado 8 de marzo las “abejitas” de “La Colmena” recibieron con gran alegría la visita del Cardenal Carlos Aguiar, mostrándole con orgullo sus colores amarillo y negro. “Sin las abejas, sin su alegría, nuestro mundo no sobreviviría”, les dijo el Arzobispo de México durante su breve encuentro, realizado en el marco de la Visita Pastoral a la Parroquia Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús.
¿Cómo ingresar a La Colmena?
Para ingresar a “La Colmena” se pide una cuota simbólica de recuperación de $200 pesos semanales, y el único requisito es que la persona no sea agresiva, para que no altere el trabajo de los demás alumnos. Quienes deseen hacer un donativo a la causa, pueden comunicarse con Laura Salas al teléfono: 55 5297 3608