Historias de Fe

El libro que ayudó a ‘La Güereja’ a ver la discapacidad con ojos de Dios

Al ser una mujer de talla baja, cualquiera pensaría que el desafío más importante en la vida de la actriz mexicana María Elena Saldaña ‘La Güereja’ sería salir adelante pese a esa condición; pero en realidad, gracias al apoyo y al impulso de sus padres y hermanos, para ella ese no fue un gran problema.

El verdadero desafío llegó muchos años después, cuando estando en el hospital, horas después del nacimiento de Belén, su primera hija, los doctores le dieron un diagnóstico inesperado: “Su bebé tiene Trisomía 21”, lo que todos conocemos como Síndrome de Down.

Hasta entonces, María Elena siempre había admirado la decisión con la que sus padres asumieron el reto de sacarla adelante. Primero, buscando toda la ayuda médica posible y, más tarde, educándola sin distinciones junto a sus cinco hermanos, e incluso con más responsabilidades por ser la mayor.

“Para ellos no había una diferencia, siempre vieron a María Elena como a cualquiera de sus hijos, para ellos los seis eran iguales”, recordó durante una conferencia organizada por la Pastoral Familiar de la Arquidiócesis Primada de México, con motivo del mes de la familia.

Durante su infancia y adolescencia no recuerda una sola ocasión en que sus padres hicieron algo por ella o le pidieron a sus hermanos que ellos lo hicieran, porque ella no era capaz.

“Nunca lo hicieron, que yo sepa jamás. Entonces, mi vida transcurría como la vida de cualquiera. me pedían lo mismo: buenas calificaciones, acuéstate temprano, lava los trastes, cuida a tus hermanos porque eres la mayor, tienes que dar el ejemplo porque eres la mayor”.

“Sólo era un poco más pequeña. Quizá no alcanzaba el lavatrastes, quizá no alcanzaba la estufa y cuando tenía que hacer el ponche de Navidad, tenía que poner una silla y subirme a la silla, porque además éramos seis hijos y con mamá y papá éramos ocho, y la olla del ponche era la de los tamales”.

Cuando quiso bailar veracruzano, sus padres la dejaron; cuando aprendió a cantar, hacían que cantara frente a todos en los cumpleaños y celebraciones. Ella no lo sabía, pero la estaban enseñando a plantarse donde fuera, con toda seguridad.

“Mis primos y tíos se dieron a la tarea de hacerme ver que estaba en un error, yo creo que ellos pensaban ‘¿qué no se ha dado cuenta que no vive 90-60-90?’ No le van a dar trabajo. Y ellos pensaban que estaban haciendo un bien. No los escuché, mi mamá y mi papá ya habían dicho que sí, y yo estudié actuación”.

Su carrera ya la conocemos. Ha hecho televisión, teatro y cine con gran éxito. Cuando se embarazó ya era una artista muy reconocida y ya había abierto su escuela de actuación. Gracias a Dios, a su perseverancia y a su familia, había conseguido vencer los obstáculos que le había puesto la vida y sus circunstancias.

“Dios ya lo sabía”

María Elena recuerda el título de un libro que entonces no conocía, pero que le ayudó a entender una gran verdad: ‘Dios ya lo sabía’.

Después de escuchar el diagnóstico de los médicos se levantó de la cama y, pese a que por su cesárea debía guardar reposo, caminó hacia los cuneros.

“Hay un libro por ahí que se llama ‘Dios ya lo sabía’ y es así. Ya lo sabía”.

“Me fui a los cuneros, les pedí que me dieran a mi nena. Llegué a los cuneros y les pedí a mi niña y la abracé. Le dije que confiara en mí, que íbamos a hacer todo lo posible porque todo estuviera bien”.

“Ahora -contó emocionada- yo vivía el desafío que habían vivido mis padres a la hora que vieron a su hija en un caso especial. Ahora era yo quien lo vivía, ahora era yo quien tenía que responder a este desafío”.

Comenzó a estudiar, trabajar e investigar todo lo necesario para estar a la altura del reto que se le avecinaba.

“Se vino un trabajar y trabajar, investigar y estudiar, porque ahora era yo quien no podía poner la situación de mi hija en manos de alguien más”.

Frente a todas las adversidades, logró su cometido: “Hoy por hoy tengo una hija sumamente independiente (…) hace poco estuve enferma y pude estar una semana en cama y quien me hacía de comer era mi hija, quien me llevaba de comer era mi hija, quien me ponía el cómodo, porque no me podía ni levantar al baño, era mi hija”.

“Es cuando quieres hacer las cosas cuando Dios te abre todos los caminos. Estoy cierta de eso (…) porque tienes esa fe. Hoy, mi niña es una niña que va, que viene, que hace. Es una bailarina extraordinaria, independiente, se viste ella sola, se arregla muy bien”.

Por último, María Elena recordó la cita de la Carta del apóstol Santiago: “Muéstrame tu fe sin obras, y yo te mostraré mi fe a través de las obras”.

Alejandro Feregrino

Periodista. Ha trabajado en radio, agencias de noticias y prensa escrita.

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