Cuando el cantante Carlos Rivera cuenta la historia de su vida, Dios es una constante en cada anécdota y en cada recuerdo. Desde que tiene memoria -gracias al ejemplo y a las enseñanzas de su abuela-, la espiritualidad ha sido fundamental.
Cuando consiguió ser finalista de La Academia, el reality show musical que lo lanzó a la fama y al que cada año se apuntaban decenas de miles de jóvenes, se encomendó al Señor; cuando fue elegido ganador del programa, tenía entre sus manos las imágenes de los santos que siempre lleva en su cartera. Y cuando las cosas no han funcionado, también ha visto ahí la voluntad de Dios.
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Los ‘santitos’ los traigo en mi cartera (…) es algo que es real, mi espiritualidad es real”.
En una reciente entrevista para el canal de Youtube de Oso Trava, Carlos recordó que en su adolescencia coqueteó con la idea de ser sacerdote, e incluso ingresó a un curso propedéutico en el seminario, pero durante el discernimiento se dio cuenta de que ese no era el camino que el Señor tenía preparado para él.
“Mientras cantaba esa canción, yo hablaba con Dios y le decía ‘llévame a donde tenga que ser’, yo ya sentía que no era ahí, realmente no tenía vocación, yo sentía desde niño la vocación de cantar”.
A partir de ahí decidió que pondría todo su empeño en lograr su sueño y vaya que lo ha conseguido. Además de ganar La Academia, ha sido protagonista de la obra de teatro El Rey León en México y España y, con su música, ha logrado miles de millones de reproducciones en las principales plataformas como Spotify y Youtube.
Pero nunca ha olvidado que, para él, la música es una vocación y, su voz, un regalo que Dios le dio.
“Quiero pensar que realmente sí estoy haciendo lo que Dios me mandó a hacer”, agregó en la entrevista.
En varias ocasiones ha participado en las Mañanitas a la Virgen de Guadalupe y también se ha involucrado como embajador de la fundación educativa Scholas Occurrentes, impulsada por el Papa Francisco.
Y, siempre que puede, sigue hablando de Dios en la importancia de su vida. Además de sus imágenes de santos que sigue llevando en la cartera, Carlos lleva siempre consigo un regalo muy especial: el Rosario que le regaló el Papa cuando lo conoció.
Pero para él no es un simple amuleto: “Yo rezo el Rosario, me enseñó mi abuelita y lo rezo cada vez que lo necesito. Entonces lo traigo siempre conmigo”.
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