Gracias a las recomendaciones de boca en boca, “Padrón, gelateria artigianale”, ubicada a unos pasos de la Plaza de San Pedro, se ha convertido en un punto de encuentro de los argentinos que viven en el Vaticano y en Roma.
En la tierra del helado, Sebastián Padrón, originario de La Plata, se armó de valor y decidió probar suerte con este negocio, preparando los helados de forma artesanal y con sabores tradicionales, y algunos muy argentinos.
“Aunque en Roma hay 2500 heladerías, la gente empezó a venir porque nota que es un producto diferente. Lo mío es totalmente artesanal y tradicional. Aunque Italia es la cuna del helado, acá usan muchos elementos para espesarlo. Yo uso productos muy naturales: leche, huevos, azúcar, crema de leche y frutas, y eso se nota en la consistencia y en el sabor”, recordó en aquella entrevista.
Padrón decidió abandonar Argentina en 2016 junto a su esposa italiana y sus dos hijas, buscando una vida libre de inseguridad. Para ello, tuvo que cerrar la heladería que habían abierto algunos años antes y que comenzaba a prosperar, explicó en una entrevista con el diario La Nación.
“Había abierto la heladería en Los Hornos en octubre de 2010, en la avenida 60, y me iba muy bien: cada vez vendía (…) Todo cambió cuando el 28 de diciembre de 2013 me entró un pibe a robar con un revólver 38 y me sacó toda la plata. Ahí hice un click”.
Decidió probar suerte en Roma y, en poco tiempo, comenzó a correrse la voz entre los funcionarios de la Santa Sede y de la embajada argentina en Roma. Entonces, se propuso una meta algo compleja: conseguir que el Papa Francisco probara sus helados.
“La idea surgió después de conocer a don Mario, un sacerdote del Vaticano que me ayudó a buscar dónde bautizar a Luca (su hijo). Le pregunté si era posible hacerle llegar a Francisco mi helado y él me dijo que fuera a Santa Marta un miércoles, cosa que hice el 8 de mayo pasado, cuando le dejé en la garita de los gendarmes el helado, que le llevaron después al Papa”.
“Pasaron unos meses y cada vez que algún conocido iba a verlo le comentaba: ‘Decile que me conteste si le gustó el helado’. Y el 24 de noviembre pasado un cura de La Plata me trajo la respuesta: ‘sí, le gustó’. Vino con la carta, la bendición papal y la medalla”.
Como agradecimiento por esos tres kilos de helado, meses más tarde el Santo Padre le envió una carta, una medalla de la Virgen y un pergamino con la bendición papal.
Así, Sebastián también pudo enterarse de cuál sabor fue el preferido de Jorge Mario Bergoglio: dulce de leche granizado, elaborado de forma artesanal y con ingredientes traídos desde Argentina, y que Francisco ha probado en más de una ocasión.
Al poco tiempo, dijo a Rome Reports, el Santo Padre lo llamó para agradecerle personalmente e invitarlo a visitarlo a la residencia de Santa Marta.
“Recibimos una sorpresa, que fue una llamada telefónica para agradecernos la atención que tuvimos con él (…) y ahí nos preguntó si nos queríamos encontrar y nos encontramos”.
“Una persona muy simple, muy sencilla, muy amable. Y la cosa que también nos emocionó fue cuando él, en un momento hizo un gesto con la cabeza diciendo que estar en ese momento hablando con nosotros era como sentirse vecino, como sentirse en casa, digamos”.
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