4 sacerdotes eméritos dan consejos a recién ordenados
En orar intensamente, servir, evangelizar con sencillez y obedecer a Dios, estos sacerdotes han encontrado las claves de la vida cristiana.
Han transcurrido años, lustros, décadas, desde el día en que recibieron su ordenación sacerdotal, y como es natural, el tiempo ha mermado su fortaleza y salud del cuerpo; pero tal parece que los ímpetus, y sobre todo la lucidez mental, permanecen firmes en estos cuatro sacerdotes eméritos de la Arquidiócesis de México, mayores de 90 años, que hoy ofrecen valiosos consejos para los presbíteros recién ordenados.
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Orar intensamente
El padre Manuel Vargas tienen 66 años de ministerio sacerdotal; y a sus 91de edad, tiene el corazón lleno de agradecimiento hacia Dios por haberlo elegido para servirle. Actualmente dedica una hora diaria de oración frente al Santísimo, porque le recuerda el momento en que escuchó el llamado a servir a su prójimo.
Su ordenación fue el 17 de abril de 1954, junto con otros 25 sacerdotes, “el grupo más grande de la historia”, dice con orgullo. Hoy ofrece, para quien lo desee, su servicios espirituales a través del sacramento de la Confesión; “si algún día lo necesitan, yo los puedo confesar”, dice con una sonrisa en el rostro.
Su consejo a los sacerdotes jóvenes: “Oración, oración y más oración. Lo que aprendí en la lectura del Diario de Santa Faustina: paciencia, oración y silencio. Y créanme que yo también trato de hacerlo, no lo olvido”.
Servir
Durante sus 68 años de ministerio sacerdotal, el padre Alberto Fonseca Mendoza se ha distinguido por su constante preparación, perseverancia y puntualidad. “Tanto aquí como en China hay que ser puntuales -dice-; si no se es puntual, todo se viene abajo”.
Tiene 95 de edad, y aunque en su vida de retiro confiesa que ha pasado momentos de depresión, agradece a una de sus ex feligresas que lo ha animado a escribir y publicar sus escritos en internet, pues con esto ha recobrado la alegría. “He recibido felicitaciones, porque se han leído en muchos países, como Chile o Nicaragua. Eso me ayudó y me dio ánimos”.
Hoy dedica su tiempo a ver películas de Cantinflas, los partidos del equipo de futbol Toluca, a leer y escribir, en busca de seguir sirviendo al pueblo de Dios.
Su consejo a sacerdotes jóvenes: “Entregarse lo más que se puedan a servir a Dios, cómo su servidor se preocupó en ello.”
Evangelizar con sencillez
A sus 98 años -o “98 y medio”, como él lo dice sonreinte-, el padre José Olivares Mirarío sigue agradeciendo día con día el que Dios lo haya elegido, “sin merecerlo” para el ministerio sacerdotal. Y tan agradecido está con el Señor, que señala sin reparo: “Si Dios me concede 100 años más, yo no los rechazo, sólo que mi sobrina dice: ‘¡A ver quién lo cuida!’”.
Si algo lo maravilla de la Iglesia católica, es esto: “Ninguna Iglesia tiene lo que tiene la nuestra: un magisterio formado por analfabetas, por gente que no sabía leer, por pastores y pescadores que oyeron la explicaciones de Cristo, que les gustaron y se hicieron discípulos de Él. Iban aumentando en número. Mientras los fariseos iban disminuyendo en pique..”.
Su consejo a sacerdotes jóvenes: “Háblenle a las personas con palabras sencillas, para que les entiendan; no con teologías, no con filosofías. Eso que nos enseñarlos a los sacerdotes, hay que traducirlo a manera de que lo entienda hasta alguien que no fue a la escuela, que no conoce la “o” por lo redondo, como aquellos que al oír los ejemplos que Cristo daba para explicar su doctrina, les gustó lo que decía y fueron aumentando en número…”.
Obedecer a Dios
Mons. Roberto Aguilar Sapién, a sus 96 años, señala que no vive un sacerdocio en retiro, pues ningún sacerdote se puede retirar, de manera que cuando él eligió voluntaria y conscientemente ser sacerdote nunca imaginó dar “vuelo atrás”. “No quiero ser otra cosa -dice-, quiero únicamente amarle y servirle a Él”.
Monseñor Roberto Aguilar disfruta todo de la vida: “Si el Señor me dio la vida, todo lo que me acontezca lo disfruto, no puedo decir: ‘Esto sí, esto no’. Tengo el problema de vivir, pero no problemas en la vida”.
Su consejo a sacerdotes jóvenes: “Antes que aconsejarlos, quisiera felicitarlos por haber sido escogidos por el Señor, y porque ellos voluntariamente aceptaron. En cuando a un consejo, no tengo más que decirles que hagan siempre lo que Dios les pida, vivan la vida del Señor, y pídanle -que él se los concederá-, que nunca los abandone”.
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