Figura de yeso
Después de la guerra, cuando los tanques y bombas ya habían destruido las ciudades del país, entraron los soldados y encontraron todo desierto
Después de la guerra, cuando los tanques y bombas ya habían destruido las ciudades del país, entraron los soldados y encontraron todo desierto.
Los pocos defensores que habían quedado habían huido, y la gente que pudo, confundida, aturdida, angustiada y herida, también se había marchado. Solo quedaba una sola persona, sentada en medio de las ruinas, y al preguntarle el soldado invasor:
- ¿Quién es usted? – Respondió:
- “Soy el obispo”.
- ¿Y qué diablos hace aquí?
- Contemplo y oro ante las ruinas de esta amada tierra que custodié y bendije…
- Por lo visto no la cuidó bien.
- Ese es mi pecado, y por eso pido perdón a Dios.
Y después de la guerra, cuando los tanques y bombas ya habían destruido las ciudades del país, entraron los soldados y encontraron todo desierto.
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