El uso perverso de la mentira
A pesar de que de alguna manera u otra la mentira y el engaño están presentes en el proceso evolutivo de la sociedad esto no quiere decir que sean conductas aceptadas y correctas
Consultor en temas de seguridad, justicia, política, religión y educación.
El pasado 26 de noviembre abordé como tema central en este espacio de participación una breve reflexión sobre la manera en la que actualmente un sector cada vez más amplio de la sociedad está mucho más inclinado a la deshonestidad y la mentira y la manera en la que, desafortunadamente, en muchas ocasiones las actitudes negativas incluso parecieran que son premiadas.
Bajo este tenor, hoy me gustaría ahondar un poco más en el uso cada vez más constante de la mentira, de la omisión y manipulación de información. ¿Por qué mentimos? Múltiples respuestas podrían ocurrírsenos: por protección ante una realidad desagradable, como autoengaño, y aunque nos neguemos, estudios como por ejemplo Sobre el engaño y la mentira: Una visión general de más de 100 años de investigación en ciencias socialesmencionan que decimos falsedades aún sabiendo que lo son, por lo menos tres veces al día.
Claro que habrá que reconocer que hay mentiras planeadas, hechas con dolo, enfocadas en dañar o bien en que la omisión de información beneficie a ciertas personas o sectores; y también existen aquellas que la psicología denomina “mentiras honestas” estas se nombran así ya que se debe a recuerdos incompletos o falsos porque nuestra memoria no recupera los recuerdos tal y como fueron almacenados.
Por otro lado, a pesar de que de alguna manera u otra la mentira y el engaño están presentes en el proceso evolutivo de la sociedad esto no quiere decir que sean conductas aceptadas y correctas, sobre todo en momentos determinantes como en los que nos encontramos.
Hoy nos encontramos con muchos más productos falsos, que ofrecen unao serie de “beneficios” que en lejos se encuentran de ser reales; pero no sólo queda en cuestiones materiales, sino que además también la falsificación de títulos en profesiones y la deshonestidad a la hora de ofrecer servicios profesionales se ha vuelto peligrosamente más común, por ejemplo el reciente caso de la supuesta psicóloga Marilyn Cote, quien se hizo pasar por psiquiatra y prescribía medicamentos controlados sin contar con cédula profesional.
Desafortunadamente, el uso de la mentira con el paso del tiempo se relaciona ampliamente con la política y los políticos, incluso se ha hecho cada vez más reconocida la idea de que la falsedad deliberada, la invención de estrategias, los asuntos reservados bajo el esquema de que son temas de seguridad nacional, los datos y estadísticas sobre cuestiones fundamentales de economía y desarrollo y la diplomacia, entre otras son situaciones consideradas como medios “justificables” siempre y cuando se hagan bajo un supuesto beneficio para el pueblo, sin embargo, de forma lamentable se debe admitir que casi ningún fin justifica los medios.
Aún quedan muchas preguntas sobre el tema, ¿el tiempo ha hecho que sobre todo algunos políticos y autoridades mientan con más descaro e insolencia? ¿La tecnología nos ha hecho más influenciables? Pero sobre todo debemos preguntarnos ¿Se han incrementado las mentiras y de qué forma la sociedad castiga, tolera, o quiere y a apoya a aquellos que mienten?
MÁS ARTÍCULOS DEL AUTOR:
Unámonos para frenar la violencia y lograr la paz
*El autor es analista en temas de Religión, Seguridad, Justicia, Política y Educación.
*Los artículos de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.