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COLUMNA

Historias ciudadanas

Esplendor de la verdad

El principio de imparcialidad exige transparencia y honestidad en la presentación de propuestas políticas, sin recurrir a la tergiversación para obtener ventajas.

3 mayo, 2024
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Autor

Coordinador del Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano de la Ciudad de México (C5 CDMX). 

La falsedad y manipulación en las campañas electorales son confrontadas por la Iglesia Católica en la búsqueda de la verdad y bien común.

Esta semana, los obispos de la Provincia Eclesiástica de México llamaron a reflexionar sobre la responsabilidad y participación libre y consciente en el proceso del 2 de junio.

Un derecho ciudadano ante el cual es necesario priorizar las propuestas de quienes estén a favor de la justicia y desarrollo integral de las familias.

Juan Pablo II, en su encíclica “Veritatis Splendor” promulgada en 1993, enfatizó la importancia de la verdad como fundamento de moralidad y justicia social. Desde esta perspectiva, la falsedad electoral no solo daña a las instituciones democráticas, también al principio de honestidad.

“En un ambiente infestado de publicidad manipuladora y de falsa información es necesario ser críticos para (…) no dejarnos engañar”, señalaron los obispos encabezados por el Arzobispo Primado de México, Carlos Aguiar Retes.

La Iglesia Católica ha fomentado una participación responsable en la vida política y, desde su imparcialidad y apartidismo, ha rechazado cualquier forma de engaño que menoscabe la libertad y dignidad de las personas.

El principio de imparcialidad exige transparencia y honestidad en la presentación de propuestas políticas, sin recurrir a la tergiversación para obtener ventajas.

San Agustín, en su obra “La Ciudad de Dios”, advirtió sobre los peligros de la ambición desmedida y la corrupción en el ejercicio del poder. La búsqueda del beneficio personal o partidista a través de la falsedad y manipulación representa una manifestación contemporánea de estas preocupaciones éticas.

Características fundamentales del sufragio en cualquier democracia verdadera son la libertad y secrecía del voto, reflexionado y con responsabilidad en la elección de las personas con las mejores propuestas encaminadas al bienestar común.

Promover una cultura política fundamentada en la honestidad, transparencia y respeto a la dignidad humana, para construir sociedades más justas y democráticas es indispensable para el esplendor de la verdad, lo que Juan Pablo II llamó “Veritatis Splendor”.


Autor

Coordinador del Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano de la Ciudad de México (C5 CDMX).