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¿Qué espera de las familias el Papa?

Raúl Espinoza Aguilera

Del 21 al 26 de agosto próximo, se llevará a cabo en Dublín, Irlanda, el Encuentro Mundial de las Familias, bajo el lema: “El Evangelio de la Familia: alegría para el mundo”, al que asistirá el Santo Padre.

En una carta que el Romano Pontífice escribió al cardenal Kevin Farrell, Prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, el Papa reflexionaba: “¿El Evangelio sigue siendo alegría para el mundo? (…) ¿La familia sigue siendo una buena noticia para el mundo de hoy?” Y él mismo responde: “¡Yo estoy seguro de que sí!”

Y en otro reciente texto, señalaba: “Es el ‘sí’ de Dios a la unión entre el hombre y la mujer, abierta a la vida y al servicio de ella en todas sus fases. ¡Sueño con una Iglesia en salida, no autorreferente, una Iglesia que no pase lejos de las heridas del hombre, una Iglesia misericordiosa que anuncie el corazón a la revelación de Dios Amor que es la Misericordia”.

El Papa desea que en las familias se cultive en los hijos –mediante el propio ejemplo de sus padres– virtudes y valores, tales como: generosidad, caridad, comprensión, capacidad de perdonar y disculpar, espíritu de servicio y de llevar la alegría del Evangelio a otras familias del entorno social, particularmente en las personas más necesitadas.

No puedo dejar de mencionar que, hace pocos días, un amigo Ingeniero Civil me relataba un hecho que me conmovió profundamente. Resulta que habitualmente su esposa y él iban a comprar a una carnicería en la que habían hecho amistad con el encargado. Un día, se percataron de que una pequeña niña le solicitaba al carnicero “los sobrantes” de los trozos de carne. Al retirarse la pequeña, este matrimonio le pidió más explicaciones al carnicero, y éste les comentó que se trataba de una familia que vivía en pobreza extrema, y que “esos sobrantes” eran el único alimento diario para ese hogar. También se enteraron de que su padre los había abandonado tiempo atrás; eran cuatro chiquillos los que vivían con su madre desempleada en una humilde choza.

Por iniciativa propia, este matrimonio decidió entonces solicitarle al encargado de la carnicería que preparara diariamente una suculenta canasta con víveres para alimentar bien a aquella familia que estaba pasando serios apuros económicos, y ellos pagarían todos los gastos por adelantado. También le pidieron al carnicero que simplemente le explicara a la niña: “Que se trataba de un regalo de un matrimonio que los quería mucho, a ella y a toda su familia”.



El asunto no paró ahí, porque un día que coincidieron la niña y el matrimonio en aquel local, el carnicero le dijo a la pequeña: “Éste es al matrimonio que les regala diariamente la canasta con alimentos”. Y tomando la iniciativa, el encargado, le dijo al matrimonio: “Les recomiendo que esta pequeña les muestre “el lugar” donde vive con su familia, porque no es una casa ni de cemento ni de adobe, sino unas cuantas láminas colocadas de cualquier forma, y es increíble la tremenda pobreza en la que viven.

Así que, siguiendo esta buena sugerencia, acompañaron a la niña hasta la choza de láminas y se dieron cuenta de que ésta sólo constaba de un pequeñísimo espacio –de pocos metros cuadrados– que la hacía de lugar para dormir, para cocinar, para convivir o estar reunidos.

Mi amigo, Ingeniero Civil, de inmediato tomó cartas en el asunto y, con la autorización de la madre de esa familia, buscó un terreno cercano donde pudiera construir –con la ayuda generosa de otros ingenieros y varias familias que se enteraron de este dramático hecho– una casa de cemento bien construida, con cocina, habitaciones para dormir, baños, sala de estar, etc.

Eso contribuyó a que esos niños, con el paso del tiempo –ya que la ayuda de este matrimonio continuó con los años– quisieran estudiar, no sólo sus estudios básicos y de educación media, sino también una carrera profesional. Porque estaban convencidos y comentaban: “Así como el Ingeniero, su esposa y muchas otras personas nos apoyaron para salir adelante, también nosotros queremos continuar ayudando a nuestra mamá; llevar una vida digna construyendo nuestras propias casas, donde vivan bien nuestros hijos, y poder servir también a los demás que han pasado por una situación tan dura como la nuestra”.

Considero que esta anécdota ilustra acertadamente los anhelos que están en el corazón del Papa: “Que las Familias sean la alegría para el mundo”, que cada vez más, se tiendan mutuamente su ayuda y colaboración desinteresada para elevar el nivel económico, social, educativo, así como sus valores humanos y espirituales. De esta manera, como externa el Santo Padre: “La Familia seguirá siendo una buena noticia para el mundo de hoy.”

@Eiar51





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