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Lectio Divina: “Voz que clama en el desierto…”

Lectura del Santo Evangelio Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Éste vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino testigo de la luz. Este es el testimonio que dio Juan el Bautista, cuando los judíos enviaron […]

Lectura del Santo Evangelio

Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Éste vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino testigo de la luz. Este es el testimonio que dio Juan el Bautista, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén a unos sacerdotes y levitas para preguntarle: “¿Quién eres tú?”. Él reconoció y no negó quién era. Él afirmó: “Yo no soy el Mesías”. De nuevo le preguntaron: “¿Quién eres, pues? ¿Eres Elías?”. Él les respondió: “No lo soy”. “¿Eres el profeta?”. Respondió: “No”. Le dijeron: “Entonces dinos quién eres, para poder llevar una respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?”. Juan les contestó: “Yo soy la voz que grita en el desierto: ‘Enderecen el camino del Señor’, como anunció el profeta Isaías”. Los enviados, que pertenecían a la secta de los fariseos, le preguntaron: “Entonces, ¿por qué bautizas, si no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta?”. Juan les respondió: “Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno, al que ustedes no conocen, alguien que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle las correas de sus sandalias”. Esto sucedió en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan bautizaba. (Jn: 1, 6-8.19-28)

 


P. Oscar Arias Bravo

 

Meditatio

¿Quién es pues Juan el Bautista? Para decir quién es Juan el Bautista, podemos empezar por afirmar aquello que no es: Él no era la luz, sino testigo de la luz; él no era el Mesías, sino su precursor; ni Cristo, ni Elías, ni el profeta, sino una voz que clama en el desierto (v. 23).

Entonces ya que empezamos por decir aquello que no es, podemos continuar afirmando qué quiere decir aquello de la “voz que clama en el desierto”.

Parece que la vida del Bautista es una recopilación de cosas imposibles a los ojos humanos, pero posibles ante la voluntad y el querer de Dios; porque nada es imposible para Él (Lc. 1,36) Hijo de dos personas mayores, de una madre que era estéril, pero para Dios nada es imposible.

En un bellísimo mensaje el Papa emérito Benedicto XVI, (en su Audiencia General del 29 de Agosto de 2012), citó una homilía de San Beda, monje del S. IX, quien refiriéndose a Juan Bautista, afirmaba: “San Juan dio su vida por Cristo, aunque no se le ordenó negar a Jesucristo; sólo se le ordenó callar la verdad” ‘Así, al no callar la verdad, murió por Cristo, que es la Verdad. Precisamente por el amor a la verdad no admitió componendas y no tuvo miedo de dirigir palabras fuertes a quien había perdido el camino de Dios’.

 

Contemplatio

¡Cuánta falta hacen personas que no tengan miedo a decir la verdad! a no callar un reclamo de justicia, a pesar de que esto les traiga problemas en su puesto de trabajo, en su familia o en su entorno social.

¡Cuántas tristes historias se mantienen en el silencio! parece como si el silencio fuera capaz de ocultar para siempre las faltas de las personas, las heridas, las corrupciones; apenas sale alguien a la luz pública y lo persigue inmediatamente su pasado, que en muchas ocasiones está muy lleno de basura o incluso de injusticias y fraudes.

En algún trabajo que tuve en la vida, me sucedió que el contador de esa institución me llamó un día y me pidió que firmara mi renuncia, yo le decía que no era mi voluntad renunciar a mi puesto, pero él me informó que le habían ordenado que procediera de esa manera. Ciertamente me sentí decepcionado por la manera en que terminaría mi relación laboral en ese lugar después de años de trabajar con toda pasión y entrega, pero pudo más la institución, y sólo tuve tiempo de sacar en una caja mis artículos personales. Al final, después de tanto esfuerzo, no recibí ni siquiera las gracias por el trabajo desempeñado.

Puede ser que como Juan el Bautista, nuestra voz, como la de muchos más, no suena, se pierde, no es lo bastante fuerte para ser escuchada y que se haga justicia, es como la voz que suena en el desierto.

 

Oratio

Señor Jesús, permítenos seguir siendo voz que clame en el desierto, que aunque la gente no cambie, ni se haga justicia de acuerdo con nuestros criterios, sigamos siendo voz, siempre voz; que no nos puedan callar más que con la muerte, para que una vez en Tu presencia, nuestra sangre siga clamando justicia, por nosotros y por todos aquellos que hemos enfrentado alguna injusticia.

 

Actio

Esta semana cantemos la canción: “Sólo le pido a Dios”, que dice entre sus estrofas: “Si un traidor puede más que unos cuantos, que esos cuantos no lo olviden fácilmente”.