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El Bautismo, un gran regalo

Mary Carmen Cepeda Carrera

 

El Bautismo es el sacramento por el que nos hacemos parte de la Religión Católica; por lo tanto, es el primero que se recibe. Habitualmente se administra en bebés, pero también puede administrarse en niños o adultos.

Actualmente existen varias opiniones entre los padres de familia sobre bautizar a sus hijos pequeños o cuando ellos ya tienen la capacidad de decidir si quieren ser católicos o no.

Si consideramos el Bautismo como una imposición o una obligación, lo mejor sería esperar a que él decida si quiere ser bautizado o no. Al contrario, si lo consideramos como un REGALO y un beneficio para nuestro hijo, porque sabemos que es algo bueno para él, surge en nosotros el deseo de dárselo lo antes posible.

El ser humano está formado por cuerpo y alma. Cuando un bebé nace, todos le hacemos regalos para su cuerpo, por el ejemplo, le regalamos leche, ropa, pañales, cobijas, cuidados y medicinas cuando se enferma… pero también podemos darle regalos para su alma, el Sacramento del Bautismo es el mejor regalo espiritual que sus papás le pueden dar.

Dios mismo quiso ofrecerle el regalo del bautismo a su hijo Jesús, a pesar de que Él no lo necesitaba tanto como nosotros.

El Papa Francisco mencionó en su homilía el pasado domingo 7 enero: “Jesús quería recibir el bautismo predicado y administrado por Juan el Bautista en el río Jordán. Aquellos que se acercaron expresaron el deseo de ser limpiados de los pecados y, con la ayuda de Dios, se comprometieron a comenzar una nueva vida.

El gesto de Jesús demuestra su “gran humildad”. Jesús que no pecó se pone en la fila de los pecadores para ser bautizado en las aguas del río.

Jesús comparte con los hombres su “deseo de liberación y de superar todo lo que separa de Dios y hace extraños a los hermanos”.



Recordemos cuáles son los efectos del Bautismo en nuestra alma:

1. El Bautismo nos hace hijos de Dios, por lo tanto Él se convierte en nuestro Padre. Ya no sólo somos sus creaturas, somos sus hijos y de esa manera nos trata.

2. El bautismo nos borra el pecado original. Todos nacemos con el pecado original, es la herencia de nuestros primeros padres. Aunque nosotros no lo ganamos, sí podemos borrarlo con el Bautismo. De esta manera el Bautismo se convierte en una medicina para nuestra alma.

3. El Bautismo nos hace miembros de la Iglesia. Al convertirnos en hijos de Dios, también nos convertimos en hermanos y miembros de una misma familia, que es la Iglesia. Una familia donde todos somos importantes, donde todos tenemos una misión específica.

 

Además –nos dice el Papa Francisco– con el bautismo, podemos “perdonar y amar a aquellos” que nos ofenden y nos hacen daño. De esta manera, “logramos reconocer en el pasado y en los pobres el rostro del Señor que nos visita y se acerca a nosotros”.

Este tiempo de Cuaresma nos da la oportunidad para recordar y reflexionar sobre nuestro Bautismo, si es posible buscar fotos, preguntar a familiares sobre ese momento y compartirlo en familia. También podemos hacer la misma dinámica con nuestros hijos, mostrarles fotos de su Bautismo, contarles cómo fue ese momento y por qué era tan importante para nosotros que ellos se bautizaran, contarles los beneficios que tienen gracias a este sacramento.

Así como celebramos nuestro cumpleaños, que es el día de nuestro nacimiento, agradecemos y hacemos una fiesta; también podemos celebrar nuestro Bautismo, que es el día en el que nos convertimos en Hijos de Dios, y de igual manera agradecer por ese gran REGALO que nuestros papás nos obsequiaron cuando éramos pequeños.





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