Secreto de confesión: 3 sacerdotes que lo defendieron hasta la muerte
Los sacerdotes prefirieron morir antes que revelar los secretos de confesión de sus fieles. Hoy, 16 de mayo recordamos a San Juan Nepomuceno.
El Código de Derecho Canónico que rige a la Iglesia Católica señala que “el sigilo sacramental es inviolable, por lo cual está terminantemente prohibido al confesor descubrir al penitente, de palabra o de cualquier otro modo, y por ningún motivo”. Aquí tienes a tres de millones de sacerdotes que han defendido hasta el final el secreto de confesión.
1. San Juan Nepomuceno
San Juan Nepomuceno fue un ejemplo de la protección al sigilo sacramental, siendo el primer mártir que prefirió morir antes que revelar el secreto de confesión. Nació en Checoslovaquia entre los años 1340 y 1350. Cuando fue Vicario General del Arzobispado de Praga, el santo fue confesor de Sofía de Baviera, la esposa del rey Wenceslao. El rey, que tenía ataques de cólera y celos, ordenó al sacerdote que le revelara los pecados de su mujer. La negativa del santo enfureció a Wenceslao, quien ordenó torturarlo, y su cuerpo fue arrojado al río Mondalva. Después lo vecinos recogieron el cadáver y lo sepultaron religiosamente. Era el año 1393.
2. San Mateo Correa Magallanes
San Mateo Correa Magallanes fue otro mártir del secreto de la confesión. Fue fusilado en México durante la Guerra Cristera por negarse a revelar confesiones de prisioneros rebeldes. Nació en Zacatecas el 22 de julio de 1866 y lo ordenaron sacerdote en 1893. En 1927 el sacerdote fue arrestado por las fuerzas del ejército mexicano al mando del general Eulogio Ortiz, quien le pidió al P. Correa confesar a un grupo de personas que iban a ser fusiladas, y después le exigió que le revelara las confesiones. Ante su rotunda negativa ordenó su ejecución. Actualmente sus restos se veneran en la Catedral de Durango. Fue canonizado por san Juan Pablo II el 21 de mayo del 2000.
3. P. Felipe Císcar Puig
El P. Felipe Císcar Puig fue un sacerdote valenciano también considerado mártir del sigilo sacramental, debido a que fue martirizado durante la persecución religiosa de la Guerra Civil Española (1936) tras guardar el secreto de confesión. Según la Arquidiócesis de Valencia el P. Císcar fue conducido a la prisión de Denia (Valencia, España), donde un fraile franciscano llamado Andrés Ivars pidió confesarse a fines de agosto de 1936, pues intuía que iba a ser fusilado. Tras la confesión, le pidieron al padre Felipe que revelara el contenido de la misma, pero ante su negativa, Felipe Císcar y Andrés Ivars fueron fusilados a los 71 y 51 años de edad, respectivamente, el 8 de septiembre de 1936.
Con información de Aci Prensa