Cine: Enamorada
“Desgraciadamente, el corazón no escoge”. Antonio Rodríguez “Hace unas horas la vi, unas cuantas horas nada más, y ¡me quiero casar con ella!” –dice el general al cura en la sacristía. –“¿Y ella lo sabe?” –cuestiona el sacerdote –“No”. –“¿Y tú no sabes quién es ella?” –“No, es decir, sí la vi pero […]
“Desgraciadamente, el corazón no escoge”.
Antonio Rodríguez
“Hace unas horas la vi, unas cuantas horas nada más, y ¡me quiero casar con ella!” –dice el general al cura en la sacristía. –“¿Y ella lo sabe?” –cuestiona el sacerdote –“No”. –“¿Y tú no sabes quién es ella?” –“No, es decir, sí la vi pero no sé quién es, y tú eres el único que puede decírmelo… ¡tienes que decirme quién es!, es la mujer más linda que he visto, y su cara es un sueño, sus ojos son dos almendras de sombra y de cielo, y cuando te miran te olvidas de todo, hasta de ella misma, con tal de ver esos ojos, los ojos de ella nada más. Su frente es alta y limpia, y te dan ganas de rozarla con tus labios como un cariño, mas que como un beso, y rozarle las mejillas con tus labios secos, y su boca, unos labios como dos relámpagos rojos cuando se enoja, porque te advierto que tiene su genio”.
En ese momento, el joven sacerdote tiene claro que su amigo está completamente enamorado. Y los espectadores saben que han escuchado unas de las líneas más románticas de la cinematografía nacional.
El general zapatista José Juan Reyes llega con sus tropas a Cholula, Puebla, y al hacerse del control de la ciudad, inmediatamente iza la bandera mexicana en lo más alto del edifico municipal. Han aprehendido al merolico de la plaza pues, como es bien sabido, tiene siempre todas las noticias de la gente. En el pueblo se encuentra don Carlos Peñafiel, un hacendado rico, y su futuro nuero, el extranjero Eduardo Roberts; al primero se le dicta orden de fusilamiento, mientras que el segundo, debido a su nacionalidad, le perdonan la vida. El extranjero, a su vez, pide como favor al general Reyes que le perdone la vida al señor Peñafiel, ya que pronto ha de casarse con su hija. El general decide no matarlo, sin imaginar que él también caerá enamorado de la bella hija de aquel señor: Beatriz.
Enamorada, de 1946, dirigida por Emilio “El indio” Fernández y protagonizada por María Félix y Pedro Armendáriz, fue presentada en el festival de cine de Cannes hace unos días, como parte de la sección Cannes Classics, la cual se enfoca en presentar películas antiguas, de grandes directores, en copias restauradas y en una magnífica resolución.
Es por lo anterior que valdría la pena volver a mirar Enamorada, re-visionar esta obra de la cinematografía nacional y cuestionarse en qué momento el cine mexicano dejó caerse al vacío; esto no quiere decir que no haya alguna que otra buena película nacional, pero jamás el cine mexicano volvió a estar a la altura de esos grandes actores y directores.
Enamorada, en tan solo hora y media, llena la pantalla de un drama revolucionario, de un hombre bravío enamorado de una mujer que cuestiona todo, que se le planta enfrente y le cachetea al sentirse humillada. Enamorada habla sobre la masculinidad, sobre la valentía y caballerosidad que se debe tener al cortejar a una mujer, pero también de la humildad al saberse derrotado. Enamorada es cine en todo su esplendor.