Cielo y Tierra: ¿Niño o muñequitos?
Alejandra María Sosa Elízaga ‘¿Y ésta cuántos muñequitos tiene?’ -preguntó una jovencita, señalando una de las ‘roscas de reyes’ empacadas y exhibidas en una enorme torre que a juzgar por la no menos enorme fila de gente deseosa de comprarlas, pronto serían vendidas. ‘Ésa, cinco. La chica trae tres. Ya no nos quedan grandes’, respondió […]
Alejandra María Sosa Elízaga
‘¿Y ésta cuántos muñequitos tiene?’ -preguntó una jovencita, señalando una de las ‘roscas de reyes’ empacadas y exhibidas en una enorme torre que a juzgar por la no menos enorme fila de gente deseosa de comprarlas, pronto serían vendidas.
‘Ésa, cinco. La chica trae tres. Ya no nos quedan grandes’, respondió la empleada.
Sólo pude imaginar cuántos ‘muñequitos’ tendría la grande, ¿siete?, ¿diez?
‘No le digas muñequito, sino niño, porque representa al Niño Dios’, corrigió a la muchachita su mamá. Ésta se quedó un ratito pensativa y luego preguntó: ‘¿entonces, ¿por qué tienen tantos?, ¿no debería ser un solo Niño en cada rosca?’
‘Es que como a quien le toca Niño, tiene que pagar los tamales del día 2, si son varios, no les sale tan caro’, contestó su mamá, refiriéndose a la costumbre según la cual quien encuentra al Niño en la rosca, paga los tamales en la fiesta de la Candelaria.
Éste es otro de esos casos en que una tradición cuyo significado estaba relacionado con la fe y hablaba al corazón, ha sido desvirtuada, por razones supuestamente prácticas.
Antes había un solo Niño, y cuando alguien lo encontraba, lo anunciaba gozoso, en representación de toda persona que al encontrar a Jesús en su vida, se llena de alegría y quiere compartirlo con los demás. Por eso el 2 de febrero iban juntos a Misa, con candelas encendidas, a celebrar a Jesús, Luz del mundo, y compartían una tamalada.
Entonces, por el costo de ésta, a alguien se le ocurrió poner más de un Niño en la rosca, para que entre varios comensales costearan los tamales. Y así se llegó a lo que se usa hoy: se pasó del gozo de hallar al Niño y compartirlo, a la banalidad de tener demasiadas figuras, que muchos consideran simples ‘muñequitos’ que no significan nada y que procuran evitar encontrar para no tener que pagar la tamalada.
Es significativo, porque refleja algo que está sucediendo. Hoy en día hay muchos que quieren que escondamos a Jesús, pero no como María y José, para librarlo de Herodes, sino simplemente para ocultarlo, para que no se hable de Él en la familia, en la escuela, en la vida cultural, social, polítical para que cada uno practique su fe en lo escondido.
Y también se nos ofrecen muchas imágenes, muchas ‘versiones’, falsas de Jesús. Por ejemplo, está el Jesús de los ‘pastores’ que vociferan en televisión que basta que lo creas y Jesús te hará rico. Una mentalidad que lamentablemente se ha contagiado entre quienes disfrazan su imagen de Niño Dios con monedas de oro y lo llaman ‘niño de la abundancia’. Ignoran (en el amplio sentido de la palabra), que Jesús siempre advirtió contra apegarse a las riquezas y despreció el dinero (ver Lc 12, 15-21;16, 9-13). Está el Jesús considerado ‘seguro contra robos, incendios, enfermedades’, etc. de quienes envían mensajes diciendo que ‘decretan’ y ‘sellan’ y ‘ordenan’ en el nombre de Jesús que quien reciba y reenvíe el mensaje tenga salud, dinero, éxito, etc. y disfrazan su imagen de Niño Dios como ‘talismán de la suerte’. Ignoran que Jesús es Hijo de Dios, Todopoderoso, no podemos pretender manipularlo, para que haga lo que queramos, somos nosotros los que nos hemos de amoldar a Su voluntad (Mt 6,10). Está el Jesús de los que quieren aprovecharse de Su misericordia para hacer cualquier cosa, al fin que hagan lo que hagan Él los salvará. Ignoran que Él dijo que hay que esforzarse por entrar al Reino por la puerta estrecha, porque ancho es el camino que conduce a la perdición (ver Mt 7,13-14). Está el Jesús de los que dicen: ‘Jesús sí, Iglesia no’, y pretenden tener con Él una relación individual, lejos de la Iglesia. Ignoran que Él fundo la Iglesia (ver Mt 16,18-19), se identificó con ella (ver Hch 9, 1-5), es su cabeza y nosotros, su cuerpo (ver Col 1,18). Sólo en ella podemos ser hermanos suyos, recibir Su perdón, encontrarlo realmente presente, en Cuerpo y Sangre, alma y divinidad, encaminarnos a la santidad.
Y la lista podría seguir y seguir, pero basten estos ejemplos para reflexionar en que así como es absurdo que haya varias figuras de Niño Jesús en una sola rosca, también es absurdo que haya quien crea que hay varios Jesús, y puede elegir el que quiera, para manipularlo a su manera.