Publicamos un artículo titulado: ‘7 cosas que no hay que decir a quien está en duelo’, y hubo lectores que pidieron que se publicara otro artículo sobre lo que sí se debe decir o hacer. No pretendemos ofrecer una lista exhaustiva, sólo algunas sugerencias para poder ofrecer consuelo a quien esté atravesando por un duelo.
La persona a la que se la ha muerto un ser querido, necesita una fortaleza que tú no puedes darle. Encomiéndala a Dios. Y también pídele a María, que la entiende mejor que nadie porque sufrió la muerte de José y la de Jesús, que la acompañe, sostenga, interceda por ella.
Lo más grande que puedes hacer por una persona difunta es mandar decir Misas por su eterno descanso. También rezar el Santo Rosario y la Coronilla de la Misericordia. Si lo consideras oportuno, decírselo a sus deudos, puede ser muy reconfortante para ellos.
Quien pierde a un ser querido necesita llorar, hablar, desahogarse con alguien. No hace falta que le digas nada (a veces es preferible callar a decirle algo que pueda lastimar). Basta con estar ahí, para escuchar, para abrazar, incluso para llorar.
Hay quien dice a la persona en duelo: ‘si necesitas algo, avísame’, pero ésta tal vez no sabe qué necesita, o no tiene ánimo de pedir ayuda, o le da pena. Si la conoces, puedes tener una buena idea de lo que necesita. Por ejemplo, si pasó la noche en la funeraria y sabes que le gusta el té, llévale uno calientito. Si crees que no tendrá ganas o tiempo de cocinar, llévale algo rico que se le pueda antojar, y así te aseguras de que no se quede sin comer ni se vaya a malpasar. Contaba un señor, que cuando él sacaba a pasear a su perro, casi siempre coincidía con su vecino, que sacaba a pasear al suyo. Cuando supo que el vecino falleció, le ofreció a la anciana viuda, sacar a pasear al perro. A ella le dio gran alivio no tener que salir sola de noche ni realizar una tarea que la entristecía porque su esposo la hacía. Piensa, ingéniatelas para idear en qué puedes ayudar.
Acompaña a la persona a realizar algo que antes realizaba con quien falleció, por ejemplo ir de compras, o a un trámite, o al doctor. Parte del dolor del duelo es sentir el miedo y el desamparo de ya no contar con el apoyo de aquel ser querido. Tu compañía puede ayudar a paliar ese vacío.
Si la persona en duelo es muy cercana a ti, conviene que leas acerca del proceso de duelo, para que puedas ayudarle mejor. Por ejemplo, el libro de la famosa tanatóloga Elisabeth Kübler-Ross ‘Sobre el duelo y el dolor’ plantea algunos temas que pueden serte útiles, por ejemplo, sobre el llanto, los remordimientos, los estados de ánimo, etc.
(Cabe comentar que hay muchos libros y talleres sobre duelo que no son católicos o que aparentemente lo son, pero mezclan conceptos de la ‘nueva era’. Presta atención, para no hacer caso de recomendaciones que puedan desviarte de lo que enseña la Iglesia).
Es común que el día del velorio mucha gente se haga presente para dar el pésame, y se olvide de los deudos conforme pasen los días. Pero éstos siguen necesitados de apoyo y compañía. Una llamada, un correo electrónico o incluso un mensajito de vez en cuando puede ayudar a mitigar el dolor de una jornada en soledad. Se trata sobre todo de hacer sentir a la persona que ha perdido un ser querido, que no está sola, que además de Dios, fuente de su mayor consuelo, cuenta con alguien dispuesto a darle el cariño y tiempo que necesite para enfrentar y superar su duelo.
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