Música contra la violencia

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Ángelus Dominical

P. Eduardo Lozano HACE UN PAR DE DÍAS me ayudaron a recordar cuáles eran mis juegos infantiles; por supuesto que la pelota y los carritos salieron en primer lugar de una larga lista que también tú podrías elaborar; y más allá de los juguetes, lo importante y valioso era el juego, pues una caja y […]

P. Eduardo Lozano

HACE UN PAR DE DÍAS me ayudaron a recordar cuáles eran mis juegos infantiles; por supuesto que la pelota y los carritos salieron en primer lugar de una larga lista que también tú podrías elaborar; y más allá de los juguetes, lo importante y valioso era el juego, pues una caja y un palo, una rama o las corcholatas tenían el poder de convertirse en los más sofisticados artefactos con los que se simulaba la batalla contra fantásticos enemigos o en las supermáquinas voladoras para llegar hasta la Luna, como dictaban los noticieros de entonces… EL TIEMPO VA PASANDO y los juegos se convirtieron en habilidades, favorecieron una agilidad mental o manual; los juguetes cedieron su lugar a herramientas o instrumentos para transformar y utilizar o embellecer el entorno: jugando-jugando se va construyendo el futuro… NO SÉ POR QUÉ ahora mismo se me cruza en los recuerdos la escena clásica de una película por demás paradigmática; el escenario es la oficina de la autoridad, ahí aparece lo que debería ser un adulto formal y servicial pero juega a solas con un globo terráqueo que resulta no ser más que una enorme pelota, que se poncha en un instante y provoca desilusión, coraje y frustración, pues “El gran Dictador” (ése es el título del filme aludido) se da cuenta de lo vano y tonto de sus sueños de grandeza y poder sin límites… EL MIMO Y CÓMICO inigualable, Charles Chaplin, dio tremenda bofetada cinematofráfica al dictador en turno, que años más tarde terminaría suicidándose y dejando al mundo una estela de terror y sinsentido, de barbarie inimaginable y muerte absurda; la película referida fue hecha en 1940 y la II Guerra Mundial ya estaba en curso: ¡qué historias!… CREO QUE TODO JUEGO de la infancia debe tener la intención de ser una preparación para la edad adulta, un ensayo para la iniciativa y el trabajo, para la solidaridad y la inventiva; también creo que todo auténtico y noble juego de la edad adulta debe reflejar nuestra vida de servicio, debe ayudarnos a la convivencia, favorecer el solaz y provocar el encuentro; cuando el juego es burla y opresión, cuando jugando fastidiamos al prójimo, cuando el juguete se convierte en arma o instrumento de sometimiento, ya estamos todos amolados… ME GUSTAN LOS JUEGOS de palabras y los juegos de mesa (aunque no todos), de cada en cuando todavía tengo fuerza y habilidad para una “cascarita” de fut o de basquet, me gusta jugar en medio del trabajo y hasta con ingredientes de cocina; así jugando busco alegrar y aligerar la carga de mi prójimo y yo mismo logro endulzar lo agrio y amargo de la vida, así jugando también consigo sonreir con niños y adultos, con propios y extraños, así jugando se iluminan los rostros con tan bella flor que tanto necesitamos: la sonrisa… ME DI MI VUELTA al Antiguo Colegio de San Ildefonso –en el Centro Histórico- a la exposición de arte, historia y cultura montada con la colaboración de México y Ciudad del Vaticano; me llamaron la atención dos vertientes importantes: por un lado el testimonio y fortaleza de los mártires, su entereza e incolumidad a pesar de la persecución, y por otro lado la fiesta y devoción en torno al Cuerpo y la Sangre de Cristo, presencia central en la vida de la Iglesia… SIN DUDA QUE HAY otros aspectos y otras lecturas de la exposición, pero te invito a que la recorras con esas dos tónicas y espero que yo logre decirte el por qué y en pocas palabras: que Jesús nos haya dejado el Sacramento de su Presencia es como un divino juego que nos nutre, nos libera y alegra para la Vida Eterna (Jn 6,24), y que los mártires hayan soportado y superado la persecución es como desenmascarar el poder sin servicio, es como un antídoto contra los dictadores de todo tipo, dictadores políticos, dictadores vecinales, dictadores mediáticos, dictadores financieros, dictadores culturales, dictadores religiosos, dictadores de la moda y hasta de nuestras dictaduras familiares, donde oprimimos creyendo hacer el bien… ME DARÉ MI TIEMPO para volver a ver la película “El gran dictador”, sobre todo las últimas escenas donde en medio de la parodia y el embrollo se da paso a un discurso lleno de esperanza y valentía, un discurso que al mismo tiempo es compromiso e invitación, de modo que las personas y los pueblos se decidan al auténtico progreso y libertad… (…) DEBO CONFESAR QUE no me aguanté las ganas –muestra de eso es el paréntesis anterior– y me metí a internet a revisar dichas escenas, ¡hasta se hace mención al Evangelio según san Lucas!; ahí aparecen frases que hoy bien resuenan incluso en labios del Papa Francisco, que no deja de valorar a los ancianos y de fortalecer a los jóvenes, que nos invita a utilizar los adelantos de la ciencia y a recordarnos que el mundo y el futuro son privilegio de todos y no de unos cuántos dictadores; bueno, no obstante me adelanté a ver el final, me daré mi tiempo para verla completa y desde el inició, seguramente algo aprenderé…