Un Rey auténtico

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Ángelus Dominical

P. Eduardo Lozano AMANECE HOY 3 DE JUNIO y sigue fresco -a pesar del calor tan intenso de días pasados- el recuerdo de la celebración del “Corpus Christi” en la Catedral Metropolitana, acontecimiento que se enlaza en el recuerdo y la tradición, en la devoción y la liturgia, se vincula en el ayer y -¡también!- […]

P. Eduardo Lozano

AMANECE HOY 3 DE JUNIO y sigue fresco -a pesar del calor tan intenso de días pasados- el recuerdo de la celebración del “Corpus Christi” en la Catedral Metropolitana, acontecimiento que se enlaza en el recuerdo y la tradición, en la devoción y la liturgia, se vincula en el ayer y -¡también!- en el mañana; te recomiendo que leas en otras páginas de este rotativo las reseñas periodísticas para conocer el detalle, que yo voy a otro punto… TAL VEZ DUDES de lo que te diré porque se refiere al futuro y el futuro no está ya hecho ni está ya empaquetado, nadie lo conoce y apenas en algo se puede prever, y sigue siendo -¡siempre!- totalmente incierto; por otra parte, la bolita mágica que tengo sólo me permite ver algo -muy poco- del presente y no más; aclaro que la tal bolita mágica no me sirve para ver el pasado, ése lo abordo a través de libros, de narraciones de la gente mayor, de tradiciones, de reportajes históricos y por ahí sigue la lista… LANZO MI MIRADA al futuro y veo que la celebración del “Corpus” seguirá siendo un punto especial en la vivencia de las parroquias, en donde se fortalecerán las diversas muestras de devoción, de catequesis, de religiosidad, de arte y cultura en torno a la presencia sacramental de Jesús. HACE YA MÁS DE CIEN años que en México se consolidó un proceso de ataque y desprestigio contra la Iglesia que alcanzó puntos álgidos con la así llamada Guerra Cristera; podemos recordar que en muchos lugares del país se cerraron los templos al culto público y fueron prohibidas procesiones y manifestaciones públicas de fe, y mal que bien todo eso forma ya parte del pasado, hoy hemos de apuntar a que el futuro sea mejor, de eso no tengo la mínima duda y sigo adelante… VEO CON ESPERANZA que catequistas y presbíteros, que laicos y jerarquía, que Iglesia y Estado y sociedad avanzaremos hacia modos y tiempos en donde la proyección de nuestra fe tenga el respaldo de nuestra propia formación personal además del reconocimiento y respeto tanto de autoridades civiles como de otros grupos que no comparten la fe católica, pero… PERO TODO ESTO NO llegará en automático ni como caído del cielo, no; más bien será fruto de dos cosas: 1) del trabajo catequético al interior de la Iglesia (ahí los curas y monjas, catequistas y líderes de asociaciones apostólicas tenemos mucho por hacer) y 2) del trabajo que laicos y sociedad en general hagamos en favor del respeto auténtico y de la libertad religiosa… HOY QUIERO ESCUCHAR al señor Emmanuel Macron, presidente de Francia (¡Francia!, la cuna de Voltaire y madre de modas que se han hecho universales, la patria de libertinajes y del laicismo, la gestora de cuántos escándalos y abusos históricos, ¡oh!), que el pasado 18 de abril se dirigió a los obispos franceses con más o menos estas palabras: con mi presencia aquí “desafiamos a los escépticos de ambos lados; y si estamos aquí, es porque compartimos un sentimiento de que el vínculo entre la Iglesia y el Estado se ha deteriorado y que es importante para nosotros y para mí repararlo; para hacerlo, no hay otro medio que un diálogo en verdad”… ESO NO FUE TODO, también afirmó: “Este diálogo es indispensable y si tuviera que resumir mi punto de vista, diría que una Iglesia que pretenda desinteresarse de los asuntos temporales no cumpliría su vocación y un presidente de la República que pretenda desinteresarse de la Iglesia y de los católicos faltaría a su deber”… RÁPIDO LLOVIERON las críticas de masones y liberales, de izquierdistas y rojillos, al presidente de Francia, pero sus palabras y su presencia apuntan a una libertad y un respeto que debe ir por encima de ideologías, regímenes de todo tipo y modas partidistas… EN TIEMPOS DEL VIRREINATO la procesión del “Corpus” era un acontecimiento de toda la sociedad: criollos e indígenas, políticos y eclesiásticos, religiosos y comerciantes, ricos y pobres, de calle y de templo: ¡de todos!; hoy las cosas son diferentes pero no tienen por qué ser peores, así que -ya bien y luego mejor- hemos de avanzar para que los diversos estamentos y grupos en nuestra patria, los que viven y piensan de un modo y de otro, ¡todos!, vayamos avanzando en el respeto y la aceptación más que en la tolerancia y el rechazo, en la colaboración y el apoyo más que en la mera legalidad y el costumbrismo (si hay alguien que no entendió esta última palabra, en un futuro cercano se la explicaré, por hoy me pongo a estudiar)…