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Ángelus Dominical

P. Eduardo Lozano

UNA BUENA ENSALADA se conoce y se disfruta por la combinación equilibrada de sus ingredientes, por lo especial y distintivo de los sabores involucrados, por su presentación atractiva y apetitosa, por su sabor y su valor nutricional, ¿o no?; si la ensalada “equis” parece sopa, sería mejor que se defina qué pretende ser: o sopa o ensalada; es probable que la ensalada “ye” tenga más pinta de ser postre que de ser ensalada y de plano que nos causará cierto desconcierto; tal vez la ensalada “zeta” se confunda con un licuado o batido de no sé qué, y en tal caso el asunto se pone más incómodo… QUERIDOS LECTORES: Ustedes se han dado cuenta –a lo largo de casi ocho años- que estás líneas pretenden ser una buena ensalada pero que luego se hace bolas (como el engrudo), o que luego anda por la nubes, cables y árboles (como algodón de azúcar en feria popular); o que luego andamos tan ligeritos que más parece bebida “light” y no alimento sólido y nutritivo… NO OBSTANTE, AQUÍ seguimos, buscando nutrirnos de los acontecimientos y noticias que van y vienen, de los datos de la historia y de la anécdota personal, aquí andamos con algún pasaje del Evangelio que nos sirva de luz o con algún dicho popular que refresque el momento… SI, EN EFECTO, esta columna quiere ser una ensalada nutritiva y apetitosa, que se convine con lo cotidiano de la vida y lo extraordinario de cada momento, una ensalada que logre un maridaje entre los platos fuertes y las bebidas y sabores especiales más dispares; que si se logra el objetivo o no, ustedes –amables lectores- ya lo dirán; por lo pronto, yo sigo disfrutando ésta y todas las ensaladas que no pretendan ser sopas o postres o que queden en mero alimento chatarra… NUESTRA VIDA NACIONAL o regional -y en su nivel también la vida diocesana o parroquial o familiar- son como una ensalada que debe mantener el equilibrio adecuado conservando su identidad, su atractivo, su finalidad; los diversos integrantes y las tareas a realizar no pueden perder de vista el objetivo común: nutrir el cuerpo, deleitar los sentidos y combinarse con el resto de los alimentos… QUE SE VAYA LEJOS el cocinero que nos quiera dar una ensalada de puras lechugas con más lechugas y otras lechugas para variar, pues nos empachará y terminará por fastidiarnos el momento y hasta un buen rato de la vida; que sea bienvenido el cocinero que innova con bondad y calidad, con sabores y texturas que tal vez salgan de lo común, con aderezos atractivos y/o tradicionales pero siempre para nutrir y disfrutar, para complacer el buen gusto sin caer en extravagancias esnobistas ni en ridiculeces electoreras… ¡UPS!, CREO QUE EL ADJETIVO último se me salió sin querer (ya me disculparán) pero veo que también aplica para los tiempos que vivimos, pues estamos cansados (los de aquí y los de allá) de que el plato que llega a la mesa no tenga ni ton ni son, que se diga ensalada y no pase de ser una “maruchan”, que necesitemos nutrirnos y sólo nos estén dando atole con el dedo, que nos cobren el platillo de antier y de tercera como si fuera el fresquísimo resultado gourmet del más prestigiado chef… IMAGINO DIVERSAS ensaladas en donde ciertamente tú eres ingrediente o cocinero, tal vez eres la base o el aderezo, acaso funjas como plato en donde se sirva o elemento decorativo (¡y no menos importante, pues le dará atractivo al platillo!); imagino ensaladas nutritivas, apetitosas y combinables con el resto de los alimentos, y para eso… SIEMPRE ES NECESARIA una participación clara y decidida (en la familia, en la Iglesia, en la Nación), con seguridad e identidad de lo que cada quien es y quiere, sin perder la frescura y el sabor propio, sin pretender desplazar o someter a otros creyéndonos sabores únicos, exclusivos e insustituibles; ¡qué sabrosa ensalada si se mantiene el equilibrio, el sazón, el buen gusto y –sobre todo- su valor nutricional!… YO NO ESTUVE en las Bodas de Caná (Jn 2, 1-11) en donde Jesús alegró la fiesta cuando parecía que todo se venía a pique, ni tampoco tengo noticia del menú que degustaron los comensales; lo que sé y estoy seguro es que un milagro semejante volverá a suceder, estoy seguro que con su intervención discreta y eficaz, con la cercanía e intercesión de su Madre, con su palabra y el trabajo de aquellos mozos, la fiesta seguirá adelante y hasta tendremos la felicitación de más de un maestro de ceremonias… NO QUIERO SUMARME a la lista –y más bien diría a la “tonta” porque parece interminable- de los que ven calamidades y destrucción, a los que dicen que “nos va a cargar el payaso”, a los que ven sólo ven mafias por doquier sin darse cuenta que están en el castillo de los espejos, a los que se autojuzgan indispensables y mandan a volar a otros ingredientes, a los que tienen por deporte el lamento y esperan que alguien los consuele, ¡NO!… YO CREO QUE TÚ TAMBIÉN quieres ser parte de una exquisita y nutritiva ensalada que venga a alegrar la fiesta y a fortalecer el cuerpo, que nos levante el ánimo y hasta nos regocije el espíritu, una ensalada con ingredientes de primera, con calidad y calidez de fiesta, como de pachanga de bodas, pues… TE INVITO A QUE PIENSES muy bien, que conozcas tu entorno con mayor profundidad, que con toda libertad decidas qué tipo de ensalada quieres en tu familia, en tu Iglesia, en tu Patria, y que vivas en la convicción y seguridad de lo que tú eres (ingrediente óptimo para un plato sensacional), de modo que el próximo 1º de julio resulte el mejor platillo jamás inventado en esta hermosa y suculenta Patria. POR CIERTO, Y ANTES de que se me pase (¡uf!), el sábado 2 de junio tendremos la siguiente “Noche Santa” en el Centro Histórico; así que ve de qué modo puedes participar, ya sea en vivo y a todo color, o desde lo particular y discreto de tu hogar; ya te daremos más datos, o bien puedes marcar al 5702 2402 y ahí te atenderemos de lunes a sábado de 10 a 18 hrs…







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