Cada año, en los primeros días de diciembre, las familias católicas disponen en su hogar el Nacimiento, dejando vacío el pesebre, pues está reservado para arrullar al Niño Dios en la Nochebuena.
Quienes asisten a la cena navideña se turnan para cargar al Niño mientras todos le cantan una canción de cuna.
A decir del presbítero Rubén Sandoval, responsable de la Comisión de Religiosidad Popular de la Arquidiócesis de México, esta hermosa tradición además de incluir cantarle una canción de cuna, debe simbolizar el amor que reina en nuestro hogar. “Arrullar al niño Dios es un signo que amamos a Jesús, el hijo de Dios, pero también de que los papás aman a sus hijos, pues ese arrullo a esa figura, es como si los padres arrullaran y consolaran a sus hijos”, reflexiona el padre Sandoval.
El sacerdote asegura que, aún cuando los hijos sean mayores de edad, los padres deben “seguir arrullando a sus hijos”, es decir, estar presentes para escucharlos y consolar sus preocupaciones con una caricia o con un abrazo.
“Navidad es una oportunidad de renovar la responsabilidad de contemplar en los hijos el rostro vivo de una persona a la que debes amar y procurar”.
Por ello, este año el momento de arrullar al Niño Dios es una oportunidad para los padres de ver en esa imagen el rostro de los propios y comprometerse a tratarlos con amor, misericordia y cercanía sin importar la edad que tengan.
Te presentamos esta propuesta, elaborada por el portal del Opus Dei.
Preside el Papá o la Mamá.
Papá: Para prepararnos a recibir a Dios, que se hizo hombre para salvarnos, reconozcamos que somos pecadores y que necesitamos su salvación.
Todos: Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso, ruego a Santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.
Papá o Mamá: Recordemos lo que pasó aquella bendita noche hace casi dos mil años. Leer Evangelio de San Lucas 2, 1-12.:
En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen. José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada.
Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.
En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche. De pronto, se les apareció el Angel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Angel les dijo: «No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre».
Papá o Mamá: Esta es palabra de Dios.
Todos: Te alabamos, Señor.
Papá: Antes de colocar al Niño Jesús en el Nacimiento, (el más pequeño de la familia) va a dárnoslo a besar. Ya que todos lo hayan besado, se colocará al Niño Dios en el pesebre.
Villancico: Se canta o se escucha mientras se besa al Niño. Al acabar, se hacen las peticiones.
Peticiones: Papá: Pidámosle al Niño Dios, que así como es el centro de este nacimiento hoy, sea todos los días, el centro de nuestra vida.
Todos: Te lo pedimos, Señor.
Papá: Que Jesús, que pudiendo haber nacido rico quiso nacer pobre, nos enseñe a estar contentos con lo que tenemos.
Todos: Te lo pedimos, Señor.
Papá: Que Jesús, que vino a perdonarnos, nos enseñe a no ser rencorosos con los demás.
Todos: Te lo pedimos, Señor.
Papá: Que Él, que vino a fundar la mejor familia del mundo, haga que en la nuestra reine siempre el amor, la unión y el deseo de ayudarnos mutuamente y a las demás familias.
Todos: Te lo pedimos, Señor.
Con información del Opus Dei.
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