Millones de fieles peregrinan en estos días a la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe para conmemorar el Aniversario 492 de las Apariciones de la Madre de Dios en el Tepeyac, a fin de poner a sus pies incontables peticiones y agradecimientos por los favores recibidos.
En este 2023, de manera particular, la Arquidiócesis de México pide a todos los peregrinos que se dirigen al encuentro con la Virgen Morena -ya sea a pie, en bicicleta, motocicleta, autos particulares, transporte colectivo, a caballo, autobuses o camiones de redilas, y demás- ofrecer a la Virgen su caminar al Tepeyac, su cansancio, sus dolores, sus enfermedades y sus oraciones, por la paz en México y el mundo.
El Papa Francisco nos ha dicho que la humanidad vive una “tercera” guerra mundial, ya no “a trozos”, sino evidentemente global, y quienes ponemos nuestras esperanzas en Santa María de Guadalupe confiamos en que ella sabrá interceder ante su Hijo Jesucristo para que nuestro grito de paz sea escuchado por encima del ruido destructor de las armas.
Es por ello que exhortamos a los devotos guadalupanos a hacer de este caminar al santuario mariano de la Ciudad de México una hermosa expresión de nuestra fe en Jesucristo y de nuestra veneración a la Virgen de Guadalupe, pero también, una ofrenda para obtener la paz tan deseada, no sólo en nuestro país, sino en el mundo entero.
Que esta peregrinación sea parte de nuestra respuesta a la petición que ha hecho el Papa Francisco de no dejar de orar por la paz en este momento decisivo en la historia de la humanidad.
Pongamos también en las oraciones dirigidas a Santa María de Guadalupe a tantos católicos que tienen una escasa coherencia con las convicciones éticas y religiosas propias del magisterio. Desde los líderes mundiales hasta las bases sociales, necesitamos ser coherentes con lo que profesamos, pues esa es la clave para vivir en sintonía con nuestra esencia y en paz con los demás.
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En este sentido, Santa María de Guadalupe, la gran conciliadora, nos recuerda que es de su mano como podemos convertirnos en grandes artesanos de la paz mundial, empezando en nuestras propias familias, y en nuestro propio país, hoy dolido por la violencia y la inseguridad. Ella es fiel, y no nos abandona.
En el 2031 estaremos celebrando los 500 años de sus apariciones a san Juan Diego, y sería una hermosa ofrenda, para ella y para Su Hijo, entregarle para entonces una humanidad en paz, reconciliada y hermanada. Trabajemos en nuestros entornos para hacer una realidad este deseo que anida en el corazón guadalupano del pueblo mexicano.
¡Viva la paz! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!
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