La mejor respuesta ante la crisis sanitaria
¿Quién iba a imaginar que un virus pusiera al mundo entero en situación de emergencia?
La historia de la humanidad es un abanico de riesgos y ventajas: esplendor cultural seguido de profundas crisis ideológicas, descubrimientos e invenciones alternados con guerras y desastres naturales, avances en la ciencia y la técnica a la par de movimientos políticos devastadores.
Estamos en el centro de una situación que no es inédita, pero que nos toma un tanto desprevenidos, pues los éxitos alcanzados en ámbitos tecnológicos rápido nos distrajeron de los riesgos propios y ordinarios de la biosfera. ¿Quién iba a imaginar que un virus pusiera al mundo entero en situación de emergencia?
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El ritmo de la globalización cercana e instantánea propio del siglo 21 también nos ha puesto al borde de una catástrofe sanitaria de iguales características; sin embargo, y a diferencia de otras épocas y circunstancias, hoy contamos con experiencia acumulada y capacidad de respuesta también global.
Hacemos votos para que autoridades políticas y sanitarias, comunicadores y educadores y un sinfín de instituciones y asociaciones implicadas para enfrentar adecuadamente esta crisis mundial, pronto nos lleven por caminos de solución y crecimiento.
Nos ponemos en sintonía con voces autorizadas en salud, así como con comunicadores y sociólogos para afirmar que en nada ayudará una atmósfera de pánico o una actitud tremendista, mucho menos la información falsa ni las medidas unilaterales.
Un problema de estas dimensiones -se ha señalado y lo sabemos por experiencia- tiene solución desde la acción concreta y particular de cada individuo. No contribuyamos a difundir información no verificada, mucho menos a generar caos o infundir miedo. Pensemos dos veces antes de reenviar ese mensaje polémico, morboso o escandaloso por WhatsApp.
Alentamos a cada ciudadano para que desde su propio ámbito –doméstico, público, laboral o social- aporte lo que está al alcance de su mano: ¡estamos ante la posibilidad de mostrar nuestra mejor capacidad de respuesta a una emergencia mundial!
En total comunión con la Iglesia Universal, la Arquidiócesis de México también trabaja en lo que pertenece a su tarea y lo que espera el Pueblo de Dios: seguir muy de cerca lo dispuesto por autoridades para enfrentar la pandemia, abonar a un clima de previsión y solidaridad, de cuidado permanente y de sensatez, así como el fomento de un ambiente de oración y plegaria para que a pesar de los estragos -pequeños o grandes- que se deriven de esta emergencia, podamos levantarnos en esperanza y auténtico crecimiento global.
No estamos solos, Dios camina junto a nosotros, sobre todo en la enfermedad.