Familia, clave para combatir la inseguridad
El papel protagónico de la familia jamás pasará de moda, pues ahí es donde encuentra solidez y firmeza cualquier otra institución social.
Aquella parábola de Jesús que habla de la casa construida sobre roca (Lc 6,48) nos viene bien cuando queremos hablar de seguridad, ingrediente urgente en la construcción de México.
Y los elementos que se resaltan son de lo más sencillo y ordinario: el hombre prudente cavó hondo, puso cimientos y sobre ellos vinieron los muros y el resto de la casa, de modo que cuando llegaron los vientos y tempestades, aquella construcción no sucumbió.
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¿Por qué debemos defender a la familia?
Ridículo hubiera sido querer ahuyentar las calamidades como se espanta a los pájaros, muy inútil hubiera sido también poner un letrero que dijera a los ciclones: “¡No pasar!”; y ya no digamos abrirle la puerta a la tormenta e invitarla a sentarse a la mesa. El secreto de la solidez de una edificación está en los cimientos.
Y esto lo podemos aplicar directamente a nuestra sociedad mexicana, en donde el papel protagónico de la familia jamás pasará de moda. Ahí es donde encuentra solidez y firmeza cualquier otra institución social. Y de esto hay constancia en los siglos y culturas más diversas, pues si en la familia se han plantado los valores y principios perdurables, los pueblos son capaces de enfrentar las adversidades más tremendas.
Y atrevámonos a afirmarlo con toda claridad: mientras en nuestra Patria se sigan minando velada o abiertamente los cimientos de la familia, muy absurdo seguirá siendo aumentar el tamaño y número de cárceles para castigo de criminales, y de nada servirá multiplicar aparatos policiales o militares que no abonan a la auténtica seguridad, y más bien son anticipo del ambiente anti-familia que hemos construido y que maquilla su propia violencia.
Los grandes valores de la Patria nacen y se fortalecen en la familia: respeto, justicia, honradez, amor al trabajo, integración, y es ahí donde también cada persona aprende a relacionarse positivamente con los demás y el mundo.
Las autoridades saben lo importante de esta institución para la reconstrucción del tejido social
De manera particular, en la familia cristiana debemos esforzarnos por cultivar la solidaridad y el amor al prójimo, tan necesarios en nuestra sociedad para que la injusticia, la desigualdad y la indiferencia no se acumulen y desemboquen en la inseguridad y la violencia.
Por ello, digámoslo con todas sus letras, de lo que se haga o se deje de hacer por esta célula básica de la sociedad, dependerá el futuro de México, el futuro del mundo.