Llegó el día del primer debate presidencial mientras nos encontramos a tan solo ocho semanas de las elecciones. El tiempo apremia para que los candidatos al máximo cargo en el país puedan convencer a los votantes que en este momento se encuentran indecisos.
Y el debate presidencial se centrará en seis grandes temas con los que Claudia Sheinbaum Pardo, Xóchitl Gálvez Ruiz y Jorge ÁLvarez Máynez, buscarán delinear cuál es “la sociedad que queremos”, título que lleva este primer encuentro, que por primera vez contará con preguntas enviadas por los votantes al INE.
Este domingo escucharemos qué piensan los candidatos sobre educación, salud; transparencia, combate a la corrupción, no discriminación y protección de los grupos vulnerables, y la lucha contra la violencia hacia las mujeres, temas altamente prioritarios para nuestro país.
El debate presidencial es un espacio en el que las palabras deben convertirse en propuestas y compromisos tangibles, y no en una guerra de dimes y diretes o acusaciones. La elección de quien ocupe la presidencia no debe basarse en el resultado de una guerra sucia, de golpes bajos, o estrategias que solo alimenten la división en el país.
A través de los Diálogos por la Paz, que han recogido la escucha de miles de personas, la Iglesia convocó a los tres candidatos presidenciales, lo que ha representado un acto de unidad y compromiso en la búsqueda de la paz y de una mejor sociedad.
Invitamos a los candidatos presidenciales a ocupar este debate para privilegiar las propuesta claras, concretas, que pongan por delante el bien común, y que el voto se conquiste a partir de estrategias políticas inteligentes y necesarias, fundamentadas, que pongan al centro a quienes más sufren hoy.
Un debate respetuoso y constructivo, alejado de los ataques personales y las descalificaciones, fortalece el proceso democrático y hace sentir a los ciudadanos que son escuchados en sus demandas, algo que es imposible cuando se cae en confrontaciones estériles.
La política no se trata de imponer una visión unilateral, sino de buscar el consenso y la colaboración. Esperamos que el debate presidencial sea un punto de inflexión que aleje este proceso de los golpes bajos y la guerra sucia y nos permita ver un juego limpio entre los aspirantes a la presidencia.
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