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COLUMNA

Columna invitada

San Judas Tadeo, un apóstol misionero

San Judas Tadeo no es protector de la delincuencia, ni de la maldad en ninguna de esas expresiones que le han adjudicado en la religiosidad popular.

27 octubre, 2019
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Misionero claretiano. Rector del templo de San Hipólito y San Casiano, principal centro de devoción a san Judas en la Ciudad de México. 

Estamos finalizando este hermoso mes misionero. Como Iglesia en salida hemos celebrado una Megamisión. respuesta a la convocatoria del Papa Francisco que nos ha invitado a vivir este mes de una manera extraordinaria.

Los bautizados somos enviados a testimoniar como centro de nuestra fe a la persona de Cristo Resucitado en su Misterio de Amor. Así lo vivió la comunidad misionera de los Apóstoles y todos los seguidores de Cristo en la historia.

Mañana, 28 de octubre, celebramos la fiesta de los santos apóstoles Simón y Judas Tadeo, a quienes el Evangelio llama “hermanos de Jesús”. Esto porque cuando nuestro Señor regresó de Judea a Nazaret comenzó a enseñar en la sinagoga, la gente que le oía asombrada decía: “¿De dónde le ha llegado tanta sabiduría y ese poder de hacer milagros?, ¿no es el hijo del carpintero?, ¿no se llama su madre María y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas?” (Mt 13,54). La palabra “hermanos” en lengua hebrea significa “pariente cercano”.

La devoción a san Judas Tadeo se ha extendido no sólo en la Ciudad de México, sino por todo el país. En el centro de esta ciudad, se encuentra el templo de San Hipólito y San Casiano, donde los misioneros claretianos acompañamos de manera especial la devoción a “san Juditas”, como cariñosamente los fieles devotos lo llaman.

Los orígenes de este templo, ubicado en contra esquina de la Alameda Central, se remontan a los tiempos de Hernán Cortes. Se narra que en este lugar se ordenó la construcción de una ermita para conmemorar la toma de la Ciudad de México por los españoles, el 13 de agosto de 1521, en la festividad de los Santos Mártires Hipólito y Casiano. El actual edificio se concluyó en 1748. Esta iglesia se recibió como casa-misión, desde ahí los misioneros claretianos se desplazaban a predicar a todo el país. Aquí también se inició una pastoral especializada para personas sordas,  que hasta la fecha continúa con sus labores.

En la década de 1960 inició el desarrollo de la devoción a san Judas Tadeo. Es por eso que popularmente se le conoce como “el templo de san Juditas”. Cada 28 de mes, y en especial para la fiesta de octubre, son miles las personas que en muestra de agradecimiento por los favores recibidos expresan su especial devoción de formas muy variadas, pero siempre de corazón al así llamado “abogado de lo imposible” o “de los casos desesperados”.

San Judas Tadeo no es protector de la delincuencia ni de la maldad en ninguna de sus expresiones, ni tiene alianza con el culto a ‘la santa muerte’. Los misioneros claretianos tenemos esta hermosa y compleja responsabilidad de acompañar este centro de evangelización desde la religiosidad popular, considerada como un verdadero “tesoro del pueblo de Dios”.

La devoción popular manifiesta una autentica sed de Dios. No podemos ignorar, descuidar o despreciar la fuerza evangelizadora de la devoción popular… Sus expresiones creativas son múltiples y desbordantes por eso la necesidad de acompañarla para que no se conviertan en expresiones vacías que induzcan al error, tales como idolatría, superstición, magia, fetichismo, sincretismo, manipulación y todo tipo de amenaza a la fe autentica, donde Cristo es el Centro.

La Ciudad de México es un espacio cosmopolita, pluricultural en constante retroalimentación de ideologías y creencias. Acogemos los distintos rostros que día a día visitan esta casa de Dios, algunos marcados por el dolor del desempleo, la enfermedad, la drogadicción, la desintegración familiar o de quienes tienen familiares privados de su libertad o viven fuera de su patria o en situación de calle o en vacío existencial. Acompañamos día a día todos los ambientes que abarca la Megamisión de la Arquidiócesis de México.

Nuestro proyecto pastoral, como misioneros, es reconocernos como instrumentos del Espíritu de Dios en la Iglesia para que Jesucristo sea conocido, amado y servido. De tal manera, que todos los fieles devotos sean misioneros del Evangelio en los ambientes de oscuridad y muerte donde el amor y la misericordia de Dios son negados por la falta de fe.

Cumpliendo con la invitación que nos hace Jesús, “vengan a mí todos los que están cansados y agobiados que yo les daré alivio”, los esperamos con alegría a celebrar esta Fiesta de la Iglesia.

Particularmente la devoción a san Judas nos haga ser verdaderos testigos, misioneros del Evangelio.

*El autor es misionero claretiano. Rector del templo de San Hipólito y San Casiano, principal centro de devoción a San Judas Tadeo en la Ciudad de México.


Autor

Misionero claretiano. Rector del templo de San Hipólito y San Casiano, principal centro de devoción a san Judas en la Ciudad de México.