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COLUMNA

Ángelus Dominical

“Navidad anticipada”

Disponte a gozar la Navidad en el cenáculo o a disfrutar la última cena en Belén, que finalmente el resultado debe ser el mismo que vivieron los pastores al tener en sus brazos a Jesús Niño y comérselo a besos y arrumacos,

18 diciembre, 2022
“Navidad anticipada”
P. Eduardo Lozano en Ángelus Dominical

DOS SEMANAS COMPLETAS –a partir de hoy- para terminar el año 2022 y comenzar con un domingo el Año Nuevo: coincidencia circunstancial que me pone feliz porque en su centro estará justamente la Navidad y en su conclusión nos pondrá ante la celebración de Santa María, Madre de Dios…

COMO TRAMPOLÍN del que me lanzo a una alberca esplendorosa, el Adviento me trajo una vivencia que me atrevo a calificar de “Navidad anticipada” y que te comparto sencillamente porque en un prefacio de este tiempo litúrgico afirmamos que Jesús viene a nosotros en “cada hombre y en cada acontecimiento”…

ANTES TE DIRÉ que un prefacio es la oración que precede a la consagración en la Santa Misa y hace mención de los diversos misterios en donde se hace patente la salvación que Dios nos da, por eso el sacerdote lo inicia con el tradicional diálogo que nos invita a levantar el corazón y a dar gracias a Dios, a lo que respondemos: ¡es justo y necesario!…

SI PONEMOS EL PINO adornado con esferas y escharchas, si colmamos de luces y copos de nieve la sala y el comedor, si rompemos piñata y tomamos ponche, si los regalos van más allá del roperazo, si la tradicional cena navideña estará de rechupete (¡y mira que en aquella sencilla familia el pollo rostizado y sándwiches constituía un lujo extraordinario!), pero no nos encontramos con Jesús, de plano estamos mal: la Navidad no es Navidad si no tenemos como centro el encuentro con Jesús…

LLEGÓ A BUSCARME David porque su señora madre (con más de siete décadas en su haber) ya está en fase terminal debido a una metástasis inesperada, pues a más de 8 años de aquel cáncer de mama no había indicio alguno de consecuencias; le hice los interrogatorios pertinentes y me dispuse a ir inmediatamente a su hogar para darla la unción de los enfermos, ya que en el hospital no había más qué hacer…

EN EL CAMINO Y AL LLEGAR a su casa recabé más datos y lo único que se realizó –por el momento- fue el sacramento de la reconciliación, tanto de Guillermina como de Cristóbal, su recién esposo por las leyes civiles, y quedamos en que volvería para celebrar el sacramento del matrimonio, para ungirla con el óleo de los enfermos y para darle la Sagrada Comunión: ¡por eso digo que fue una “Navidad anticipada”!…

LA LUCIDEZ Y RECTITUD que descubrí, amén de no encontrar impedimento alguno y de ver bellos detalles marcados por un amor auténtico, me dieron paso a plantearles la realización del sacramento del matrimonio “in articulo mortis” como se dice técnicamente, así que volví unas pocas horas después y lo que sucedió me sigue iluminando el rostro con una sonrisa navideña…

LA HISTORIA QUE RELATO no va más allá de tres años y cachito, cuando Cristóbal y Guillermina se conocieron luego de haber formado sus respectivas familias y de haber quedado libres de todo obstáculo para que pudieran contraer matrimonio por la Iglesia; hay que notar que ni la edad, ni la distancia, ni la pandemia y sus inconvenientes les impidieron crecer en el amor y el afecto; así que la situación de enfermedad solo fue la gota que derramó el vaso, la chispa que provocó el incendio, o la cereza del pastel (juzga tú cuál metáfora queda mejor)…

LAS PALABRAS CENTRALES de la última cena de Jesús (¡hey, apenas estamos en adviento!) cuando dice: “Tomen y coman; tomen y beban”, tienen una relación estrecha con lo acontecido en Belén, pues ambos momentos nos hablan de la entrega, de la presencia y de la cercanía con que Jesús ha venido a salvarnos, y quedan fuera condicionamientos, quedan fuera representaciones, y quedan fuera lejanías: ¡Dios está con nosotros!…

ASÍ QUE DISPONTE a gozar la Navidad en el cenáculo o a disfrutar la última cena en Belén, que finalmente el resultado debe ser el mismo que vivieron los pastores al tener en sus brazos a Jesús Niño y comérselo a besos y arrumacos, o lo que vivieron los apóstoles al alimentarse de la presencia, cercanía y entrega de Jesús antes de su muerte en la cruz: ¡Dios está con nosotros!…

ES MUY PROBABLE que Guillermina no cruce los días de Navidad en este suelo, pero estoy seguro que ya vivió un Señor Adviento con la inquieta expectativa de una embarazada, y que vivirá una Señora Navidad nada menos que cantando en la eternidad lo que los pastores escucharon en medio de la noche, y que hoy no repito para anunciarlo el próximo domingo…

*Los textos de nuestra sección de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.