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COLUMNA

Ayer, hoy y siempre

Dueños del tiempo

Más allá de fechas que llegan y de logros obtenidos en los plazos señalados, debemos subrayar lo importante que es hacer las cosas con gusto y entrega.

6 enero, 2024

AYER: La medición del tiempo como ahora los tenemos es relativamente “reciente”, pues durante siglos, los diversos pueblos se regían por ciclos lunares combinados con el ritmo de las estaciones. Baste recordar que el orden y nombre de los meses tuvo un cambio especial en tiempo de los emperadores Julio César y César Augusto, de modo que el séptimo, el octavo, el noveno y décimo mes, fueron desplazados a lo que hoy es septiembre, octubre, noviembre y diciembre. Y midiendo el tiempo, el hombre también midió su actividad.

HOY: Prácticamente es obligado que al iniciar el año se formulen propósitos y tareas que regirán los quehaceres concretos en el día a día. Constatamos –también-que no siempre se cumplen en su totalidad los objetivos trazados. Si nos colocamos con objetividad ante la vida, con equilibrio aceptaremos que, aunque sea poco el avance, eso poco será mejor que haberse quedado cruzado de brazos. Los pesimistas tacharán de ilusos y soñadores a los que una y otra vez vuelven a hacer propósitos de Año Nuevo sin alcanzarlos del todo. Para 2024 tal vez ya te propusiste metas que anhelas cumplir. ¡Ánimo!

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SIEMPRE: Más allá de fechas que llegan y de logros obtenidos en los plazos señalados, debemos subrayar lo importante que es hacer las cosas con gusto y entrega, motivados por convicciones e ideales nobles. En realidad, nuestra vida es bella no porque llegamos a tal día del calendario o concluimos un plazo, sino porque cumplimos las responsabilidades con pasión y buen ánimo. Habrá ocasiones en que terminar y cumplir tal tarea es vital e indispensable, pero también hay que ser flexibles y tolerantes cuando los impedimentos se hacen mayores. Estamos siempre obligados a lo posible, no a lo imposible.



No te olvides que Jesús nos enseñó a ser dueños del tiempo, no sus esclavos. Inicia el 2024 no solo con buenos propósitos, sino también con buena actitud para enfrentar la adversidad, superar obstáculos y –Dios mediante- cumplir las metas.








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