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COLUMNA

Ángelus Dominical

Ángelus dominical: Las penas que nos hermanan

Las penas y tristezas compartidas nos hermanan y nos sanan como preparándonos para lo que sigue.

23 agosto, 2020
Ángelus dominical: Las penas que nos hermanan
Angelus Dominical.

ESTOY DEDICANDO unos minutos al término de la Eucaristía dominical, para que los feligreses externen algo de lo vivido durante los cinco meses que llevamos desde que inició -formalmente- la Jornada de Nacional de Sana Distancia (23 de marzo), y los resultados han sido sorprendentes…

DE ENTRADA VEN como una gran oportunidad y riqueza el hecho de que puedan escucharse unos a otros, acción inusual en nuestras celebraciones, pues ordinariamente es el presidente de la celebración quien dirige la palabra y de ahí todos vuelven a su hogar; muy cierto que como pastores los escuchamos en confesión, en consejería, en orientación espiritual, pero cuando ellos se escuchan unos a otros, brotan coincidencias, se unen gustos, se establecen o profundizan vínculos que van más allá de una cortesía ocasional…

ESO DE CORTESÍA OCASIONAL es un trago amargo que yo -personalmente- no quisiera ni probar; y me desvío rápido del tema con que abrí, para establecer algunos intentos de sinónimos a eso que se me atora: ¿será como un celofán barato?, ¿o como el blanqueamiento de un sepulcro?, ¿tal vez como la fachada repintada de una casa en ruinas?, ¿o como la justificación agradable de nuestra incapacidad crónica?, ¿acaso como responder “estoy bien, gracias”, porque da pena decir con claridad: “estoy mal, ayúdame”?…

ENTIENDO BIEN QUE las autoridades oficiales (en todo nivel y ámbito) harán lo posible por esconder los fracasos (ya culpables, ya involuntarios), pero de ahí a empezar a echar culpas a los demás o acaso maquillar datos y cifras, de ahí a tomar el camino de inflar autovaloraciones y dar paso a los meros halagos, desoyendo o ignorando las críticas, pues no, creo que no va…

CON UN PIROPO por delante llegaron hasta Jesús (“Maestro, sabemos que eres sincero y que hablas sin tapujos”) y rápido los desenmascara acusándolos (“¿Por qué me ponen una trampa?” Mc 12, 14); Judas mostró el cobre al simular una falsa preocupación por los pobres (“¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?” Jn 12, 5); y hasta Pedro quiso presentarle a Jesús un panorama menos dramático ante su pasión (“¡Señor, eso no puede sucederte a ti?” Mt 16, 22); ahí tienes tres claros ejemplos de una cortesía ocasional y hasta diabólica…

AL PLANTEAR SU VIVENCIA, los feligreses se mostraron directos y sin rodeos: yo tuve miedo, nosotros perdimos tres familiares, mi esposo se quedó sin trabajo, mi tía cayó en depresión, mis hijos ya estaban hartos de tanto encierro, ya nos hacía falta venir a la Santa Misa, y un etcétera del que nadie está ajeno -no- pero que es necesario escuchar de viva voz y mirarnos a los ojos -al menos- para volver a constatar que no somos un dato o estadística más, sino hombres y mujeres de carne y hueso que lo sufrimos y lo mismo nos llenamos de esperanza…

NO VOY A DEJAR los comentarios en mera catarsis (que ya es mucho), y puedo decir que -casi en automático- las penas y tristezas compartidas nos hermanan y nos sanan como preparándonos para lo que sigue; y más allá de presumir nuestros males, el ejercicio está desembocando en una solidaridad afectiva, en una fraternidad emocional; sin temor a equivocarme puedo decir que ahí está resucitando -como siempre- el que fue clavado en la cruz y cuyo costado fue traspasado…

LA TEMPORADA DE CHILES en nogada ya está en pleno apogeo (¿y qué tiene que ver con la catarsis?, yo lo sé: nada), y aparece la ocasión para guardando la debida y sana distancia vuelvas a intentar hacerlos en tu casa, aunque no sea la auténtica y exactísima receta tradicional, aunque no le pongas granada pues ponle arándanos o pasitas; y si no es chile poblano, pues aunque utilices chile ancho; y si no es posible la nogada, pues ya le pondrás una almendrada, pero aprovecha la ocasión para compartir dando gracias a Dios por la vida y sus ventajas…

POR FAVOR NO TE precipites y pierdas el control y disciplinas ya alcanzados, pues los efectos y destrozos que está provocando la pandemia seguirán presentes por mucho, mucho rato; esto hay que decirlo sin afán de fastidiarnos la existencia, sino con el claro propósito de que todo quede claro (¡muy útil tanta claridad!); y así como la humanidad ha logrado vencer patógenos anteriores, sin duda sabrá defenderse de los nuevos que aparezcan, que para esto tenemos vida, para vivirla como Dios manda…

TE VOY A SUGERIR un ejercicio que puede parecer simplón y hasta ñoño debido a que casi siempre andamos queriendo tener la solución que dan los expertos, el parecer de los conocedores, la iluminación que ofrecen los entendidos, y aquí pues somos simples y llanos hijos de Dios por el Bautismo y sin mayor presunción que la de ser amados por Él: por favor siéntate un buen rato en paz, en silencio, sin prisas, y ponte a escribir tu parecer, tu sentimiento, tu ideal o tu dolor de lo sucedido durante este tiempo de pandemia; escribe para ti mismo lo más que puedas y saca lo que hay en tu corazoncito para plasmarlo en líneas, mismas que cuando las vuelvas a leer te renovarán como no te imaginas; ya tú verás si las compartes con alguien más, como los chiles en nogada…

 

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