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  P.Manuel:
una vida por
los jóvenes
Revista Encuentros platicó con el P. Manuel sobre su vocación y su labor en favor de los adolescentes excluidos.
Por Revista Encuentros revistaencuentros.com.mx
E l padre Zubillaga es sacerdote de la Arquidiócesis Primada de México y capellán en cen- tros de tratamiento para
adolescentes.
SU VOCACIÓN AFLORÓ EN LA NIÑEZ
En 1972 el padre Manuel Zubillaga fue or- denado sacerdote, en septiembre del 2022 cumplirá 50 años de sacerdocio, pero todo inició a sus 10 años de edad.
“El momento más decisivo fue en mi Primera Comunión. Yo tenía una tía, prima de mi papá que era religiosa. Mi tía Carmen me dijo: —Oye Manolo, mañana no voy a estar, pero te quiero decir que será un día muy importante en tu vida porque es el encuentro con Jesús, y si tú le pides algo con mucha fe cuando comulgues, yo estoy segura que te lo va a regalar—.
Quedé impresionado y al otro día cuando recibí la comunión me sumergí en una sola oración: Jesús, yo quiero ser sacerdote”.
“Influyó el proceso, lo que me dijo la tía y lo que estaba en mi corazón sembrado por Dios (...) me levanté y salí de ahí
P. Manuel
Zubillaga
         El objetivo es la reinserción de los muchachos, que tengan caminos que los motiven y desarrollen sus talentos”.
P. MANUEL ZUBILLAGA PÁRROCO.
archiconvencido de que quería ser sacerdote”.
SU TRABAJO CON ADOLESCENTES “Cuando me hicie- ron párroco de Merced Gómez en 1981, tendría co- mo nueve años de sacerdote, descu- brí todo un mun- do de jóvenes, porque en esa década su presen- cia en las iglesias era muy fuerte,
a los líderes, los convoqué en un salón, y les dije: —Estamos en un terreno de todos y yo quiero organizar las posadas en las calles con la gente, los niños y con ustedes. Vamos a hacer un concurso de nacimien- tos y yo quisiera que hicieran el nacimiento de las bandas, pero esto no se puede hacer si va a ver golpes y riñas—.
En ese entonces los jóvenes salían con palos y cadenas, eran tremendos, entonces les pedí un pacto de no agresión hasta el 6 de enero. Se comprometieron y fue una Navidad ejemplar. Me fue a felicitar gente de una fábrica de chocolates que estaba cerca y me regalaron chocolates para dar- les; la gente estaba contenta porque había visto que los chicos podían ser factores de unidad, entonces eso cambió la per- cepción de que los adolescentes eran violentos y desorientados, a que ellos pue- den hacer cosas buenas por la colonia”.
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 muy sentida. Había muchos chamacos, grupos, coros, catequistas y por otra parte los 80´s era la década de las bandas y pan- dillas juveniles. En ese barrio había muchas pandillas y conflictos entre los muchachos, así que comencé a caminar por las calles en las noches y encontrarme con ellos.
Primero les pedí una tregua de no agre- sión porque se acercaba la Navidad y los llevé a la parroquia, esto como el fruto personal que yo tenía con ellos, identifiqué
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