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  CULTURA/EN ALIA
EN CAMINO Por JAIME SEPTIÉN*
Por cortarle su wifi
H ace unos días tuvo lugar un suceso que pone los pelos de punta. Fue en una localidad rural del municipio de Elche (España) que se llama Algoda. Un niño de quince años mató a su madre, a su hermano y a su padre con una escopeta de caza. ¿La razón? Que la mamá le había amenazado con cortarle el wifi y dejarlo sin conexión a internet
para que volviera a la escuela.
No es el primer caso que escuchamos o
leemos de esta adicción. El “estar en línea” se ha convertido en sinónimo de vivir. Y los adolescentes y niños reaccionan de manera violenta si se les castiga sin internet.
El adolescente de Elche cogió la escopeta de cacería y le disparó a su madre. Al ver lo que se le venía encima, su hermanito de diez años salió corriendo y fue a cazarlo. Luego, esperó hasta la llegada de su padre del trabajo y apenas al bajarse del auto, lo acribilló. Escondió los tres cadáveres en un cobertizo y dijo a sus compañeros que no iba a ir a la escuela... porque tenía covid. Pero ¿qué mundo es éste?
Seamos conscientes del monstruo que se está creando con la adicción a las pantallas, a los smartphone. Usemos el “tanto cuanto” de los jesuitas. ¿Cuánto usar la tecnología? Cuanto lleve a mejorar nuestras relaciones humanas, y cuanto no usarla, tanto como nos aleje de lo esencial. Eso sí se puede enseñar a nues- tros niños. Y comenzar por los adultos.
Periodista y director del periódico católico El Observador de la actualidad.
          NZA CON
“No me mueve, mi Dios, para quererte”
 Por El Observador / Redacción @observacatholic
E n prácticamente to- das las antologías poéticas en lengua española se repro- duce, como modelo de belleza, sentimiento, técnica y emoción profunda, el soneto cumbre de la mística y de la espiritualidad en lengua española “No me mueve,
mi Dios, para quererte”.
EL SONETO
No me mueve, mi Dios, para quererte / el cielo que me tienes prometido; / ni me mueve el infierno tan temido / para dejar por eso de ofenderte. / Tú me mueves, Señor, muéveme el verte / clavado en una cruz, y escarnecido, / muéveme el ver tu cuerpo tan herido, / muéveme tus afrentas y tu muerte. / Muéveme, en fin, tu amor y en tal manera, / que si no hubiera cielo, yo te amara, / y, si no hubiera infierno, te temiera. / No me tienes que dar porque te quiera, / porque si cuanto espero no esperara, / lo mismo que te quiero te quisiera.
EL AUTOR
“A lo largo del tiempo este soneto se ha atribuido a santos y místicos como San Francisco Javier, Santa Teresa de Ávila, San Ignacio de Loyola o San Juan de la Cruz, y a escritores como Sor Juana Inés de la Cruz, o Antonio de Rojas, Pedro de los Reyes y Antonio
Panes (españoles). Sin embargo, como lo dio a conocer, hacia 1915 y luego en reedición póstuma de 1965 la viuda del historiador mexi- cano Alberto María Carreño, este soneto debe ser atribuido a su autor, el misionero agustino fray Miguel de Guevara, fraile mexicano nacido en la Ciudad de México a fines del siglo XVI. Profesó en la provincia de Michoacán de la Or- den de San Agustín, el día 6 de enero de 1611. Fray Miguel fue un gran conocedor de las lenguas in- dígenas y un evangelizador de la provincia de Michoacán, donde murió en 1645.
           6 27 de febreo de 2022 desdelafemx desdelafe.oficial desdelafe DesdelaFeOficial www.desdelafe.mx
 













































































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