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COMPRENSIÓN DEL EVANGELIO
ELectura del Santo Evangelio (Mt. 28,16-20)
n aquel tiempo, los once discípulos se poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y fueron a Galilea y subieron al monte enseñen a todas las naciones, bautizándolas en en el que Jesús los había citado. Al el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu San- ver a Jesús, se postraron, aunque al- to, y enseñándolas a cumplir todo cuanto Yo les gunos titubeaban. Entonces, Jesús se he mandado; y sepan que Yo estaré con ustedes
acercó a ellos y les dijo: “Me ha sido dado todo todos los días, hasta el fin del mundo”.
COMENTARIO
Por PBRO. SERGIO ROMÁN
¿Cómo es nuestra relación con la Santísima Trinidad?
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Ellos tan sólo siguen el ejemplo de Jesús, que, hecho hombre como nosotros, cul- tivó siempre y en todas partes una rela- ción muy estrecha con su Padre que está en el cielo.
Hermanos de Jesús: La hermandad con Cristo nos viene porque Él, haciendo a lado su condición divina, se hizo hom- bre, verdadero hombre sin dejar de ser verdadero Dios, y compartió así nuestra naturaleza humana.
Él nos redimió, tomando sobre sí las culpas de nuestro pecado, Él que no co- metió pecado, y pagando por nosotros en la cruz. De Jesús, Hijo eterno del Padre recibimos todas las gracias. Incorporados a Cristo por el Bautismo, formamos el cuerpo místico del cual Él es la cabeza, y participamos de su misión divina de ser un pueblo de sacerdotes, profetas y reyes.
Templos vivos del Espíritu: El Espíritu Santo es un regalo del Padre y del Hijo que se nos da a partir de nuestro Bau- tismo, y, de una forma especial en orden al testimonio, en la Confirmación.
Somos, pues, templos vivos del Espí- ritu Santo y todo buen sentimiento y toda buena acción provienen de Él.
Su acción en nosotros es santificadora: santifica lo que Jesús salvó. Correspon- demos a su acción siendo dóciles a sus inspiraciones y solicitando su presencia en cada momento de nuestra vida. Mo- vidos por el Espíritu, edificamos la Iglesia sirviéndola.
C ada vez que nos santigua- mos y decimos “en el nom- bre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” esta- mos manifestando nuestra fe en la San- tísima Trinidad y poniendo nuestras
obras bajo su protección, guía y luz.
En esa fe trinitaria fuimos bautizados: “yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. La fe en la Santísima Trinidad está al principio de nuestra vida cristiana y nos acompaña durante toda nuestra vida. Cristiano es el que vive en relación con cada una de
las tres divinas personas.
Hijos del Padre: La figura paterna im-
plica apoyo, guía, acompañamiento, or- den, amor, seguridad, confianza y respeto. El padre es el modelo que seguirán los hijos.
La primera persona de la Santísima Trinidad, el Padre, es verdadero Padre
de Jesús y de nosotros es tan sólo Padre adoptivo.
Si fuéramos como Jesús, verdaderos hijos del Padre, seríamos dioses, eternos como Jesús y como el Padre. Somos cria- turas, pero no hijos.
Los santos nos muestran a qué grado de amor puede llegar una criatura hu- mana en su relación de hijo a Padre Dios.
Cristiano es el que vive en relación con cada una de las tres Divinas Personas.
12 30 de mayo de 2021 desdelafemx
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