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 domingo 15 de agosto de 2021
L’OSSERVATORE ROMANO
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 muchacho, un joven, que comparte lo que tie- ne, esté en el centro de este prodigio del que se benefició tanta gente adulta —unas cinco mil personas—.
Hoy tenemos necesidad de una nueva alianza entre los jóvenes y los mayores, hoy tenemos necesidad de compartir el común tesoro de la vida, de soñar juntos, de superar los conflictos entre generaciones para preparar el futuro de todos. Sin esta alianza de vida, de sueños, de futuro, nos arriesgamos a morir de hambre, porque aumentan los vínculos rotos, las sole- dades, los egoísmos, las fuerzas disgregado- ras. Frecuentemente, en nuestras sociedades hemos entregado la vida a la idea de que “cada uno se ocupe de sí mismo”. Pero eso mata. El Evangelio nos exhorta a compartir lo que so- mos y lo que tenemos, ese es el único modo en que podemos ser saciados. He recordado mu- chas veces lo que dice a este propósito el pro- feta Joel (cf. Jl 3,1): Jóvenes y ancianos juntos. Los jóvenes, profetas del futuro que no olvi- dan la historia de la que provienen; los ancia- nos, soñadores nunca cansados que trasmiten la experiencia a los jóvenes, sin entorpecerles el camino. Jóvenes y ancianos, el tesoro de la tradición y la frescura del Espíritu. Jóvenes y ancianos juntos. En la sociedad y en la Iglesia: juntos.
El tercer verbo: custodiar. Después de que to- dos comieron, el Evangelio refiere que sobra- ron muchos pedazos de pan. Ante esto, Jesús da una indicación: «Recojan los pedazos que han sobrado, para que no se pierda nada» (Jn 6,12). Es así el corazón de Dios, no sólo nos da mucho más de lo que necesitamos, sino que se preocupa también de que nada se desperdicie, ni siquiera un fragmento. Un pedacito de pan podría parecer poca cosa, pero a los ojos de Dios nada se debe descartar. Es una invita- ción profética que hoy estamos llamado a ha- cer resonar en nosotros mismos y en el mun- do: recoger, conservar con cuidado, custodiar. Los abuelos y los mayores no son sobras de la vida, desechos que se deben tirar. Ellos son esos valiosos pedazos de pan que han queda- do sobre la mesa de nuestra vida, que pueden todavía nutrirnos con una fragancia que he- mos perdido, “la fragancia de la misericordia y de la memoria”. No perdamos la memoria de la que son portadores los mayores, porque somos hijos de esa historia, y sin raíces nos marchitaremos. Ellos nos han custodiado a lo largo de las etapas de nuestro crecimiento, ahora nos toca a nosotros custodiar su vida, aligerar sus dificultades, estar atentos a sus necesidades, crear las condiciones para que se
les faciliten sus tareas diarias y no se sientan solos. Preguntémonos: “¿He visitado a los abuelos? ¿a los mayores de la familia o de mi barrio? ¿Los he escuchado? ¿Les he dedicado un poco de tiempo?”. Custodiémoslos, para que no se pierda nada. Nada de su vida ni de sus sueños. Depende de nosotros, hoy, que no nos arrepintamos mañana de no haberles de- dicado suficiente atención a quienes nos ama- ron y nos dieron la vida.
Hermanos y hermanas, los abuelos y los ma- yores son el pan que alimenta nuestras vidas. Estemos agradecidos por sus ojos atentos,
que se fijaron en nosotros, por sus rodillas, que nos acunaron, por sus manos, que nos acompañaron y alzaron, por haber jugado con nosotros y por las caricias con las que nos consolaron.
Por favor, no nos olvidemos de ellos. Alié- monos con ellos. Aprendamos a detenernos, a reconocerlos, a escucharlos. No los descarte- mos nunca. Custodiémoslos con amor. Y aprendamos a compartir el tiempo con ellos. Saldremos mejores. Y, juntos, jóvenes y ancia- nos, nos saciaremos en la mesa del compartir, bendecida por Dios.
La Iglesia llamada
a reformarse con la fuerza del Espíritu
Publicamos a continuación el texto del vídeo de Fran- cisco con la intención de oración para el mes de agosto, difundido en la tarde del martes 3, a través de la Red mundial de oración del Papa sobre el tema «La Igle- sia en camino»: «Recemos por la Iglesia —es la invi- tación del Pontífice—, para que reciba del Espíritu Santo la gracia y la fuerza para reformarse a la luz del Evangelio». Un mensaje que prepara al inicio del proceso sinodal previsto para octubre.
“La vocación propia de la Iglesia es evange- lizar, que no es hacer proselitismo, no. La vocación es evangelizar, más aún, la identi- dad de la Iglesia es evangelizar.
Solo podremos renovar la Iglesia desde el discernimiento de la voluntad de Dios en nuestra vida diaria. Y emprendiendo una transformación guiados por el Espíritu San- to. Nuestra propia reforma como personas, esa es la transformación. Dejar que el Espí- ritu Santo, que es el don de Dios en nuestros corazones, nos recuerde lo que Jesús enseñó y nos ayude a ponerlo en práctica. Empecemos reformando la Iglesia con una reforma de nosotros mismos. Sin ideas pre- fabricadas, sin prejuicios ideológicos, sin ri- gideces sino avanzando a partir de una ex- periencia espiritual, una experiencia de ora- ción, una experiencia de caridad, una expe- riencia de servicio.
Sueño con una opción aún más misionera, que salga al encuentro del otro sin proseli- tismo y que transforme todas sus estructuras
para la evangelización del mundo actual. Recordemos que la Iglesia siempre tiene di- ficultades, siempre tiene crisis, porque está viva. Las cosas vivas entran en crisis. Solo los muertos no entran en crisis.
Recemos por la Iglesia, para que reciba del Espíritu Santo la gracia y la fuerza para re- formarse a la luz del Evangelio.”
El video
El movimiento es el hilo conductor del ví- deo del Pontífice para la oración del mes de agosto. Se abre con la imagen de un sacer- dote que está yendo a desempeñar su mi- sión en un pueblo de frontera. Sieguen esce- nas de la vida cotidiana de la Iglesia: una ce- lebración, un encuentro de oración, el anuncio del Evangelio en varias situaciones. Imágenes de Iglesia en salida y en camino. Al respecto, el jesuita Frédéric Fornos, di- rector internacional de la Red mundial de oración del Papa subraya que, como dice Francisco, «debemos tener la valentía de una disponibilidad total; se debe dejar de pensar en la reforma de la Iglesia como en un parche de un vestido viejo». Difundido a través de la página web wwww.thepopevideo.org, el vídeo traducido en 23 lenguas ha sido creado y producido por la Red mundial de oración en colaboración la agencia La Ma- chi y el Dicasterio para la comunicación.















































































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