Virgen de Guadalupe

La devoción a la Virgen de Guadalupe invade la Central de Abasto

Frutas y legumbres, flores y hortalizas, abarrotes y toda clase de alimentos se unen en  este sitio, colorida acuarela que diariamente integran las 90 mil personas que trabajan en el mercado más grande de Latinoamérica y el más guadalupano del mundo: la Central de Abasto de la Ciudad de México, un predio de 327 hectáreas en el que se han construido 37 altares comunales en honor a la Virgen de Guadalupe, en los que comerciantes y visitantes se persignan y encomiendan su día a la Morenita del Tepeyac.

Lee: ¿Por qué la Virgen de Guadalupe tiene millones de devotos?

De acuerdo con Fabián Arellano, Subgerente de Promoción y Difusión Comercial de la Central de Abasto, además de los altares comunales, la mayoría de las bodegas cuenta con un altar propio, por lo que, haciendo un cálculo moderado, en este coloso comercial hay alrededor de 3 mil 500 imágenes de la Reina de México y Emperatriz de América.

La Central de Abasto. Foto: Ricardo Sánchez

Uno de los más vistosos es el de Camelia López, comerciante de elotes, quien cada 10 de mayo lo adorna con rosas, y cada 11 de diciembre con las nochebuenas más grandes y bonitas que encuentra en el mercado. Para ella “la ‘Mamá’ merece tener el lugar más lindo y arreglado de todos los lugares”.

La venta de elotes y la devoción a la Virgen de Guadalupe son herencia de su madre, quien desde hace 70 años inició con el negocio; pero el agradecimiento que siente hacia la Guadalupana es una emoción nacida del corazón, por tantas cosas recibidas en sus 49 de años de vida. “A mí me podrá faltar algo, pero no Dios ni mi Madre Santísima; tengo el enorme privilegio de ser guadalupana”.

La Central de Abasto tiene más de 3,500 imágenes de la Virgen de Guadalupe. Foto: Ricardo Sánchez

El señor Jorge Núñez desde niño es comerciante de hortalizas. Con ojos llorosos, recuerda aquellos días en que su padre a muy tempranas horas se encomendaba a la Virgen antes de llenar de hortalizas la canoa para trasladarlas desde Mixquic al entonces embarcadero de Santa Anita, donde los agricultores vendían sus cosechas.

Hoy él hace lo mismo: encomendarse a la “Morenita del Tepeyac” a horas de la madrugada para poder iniciar la labor. “Hace unos 10 años, los miembros de la Unión de Productores, Comerciantes y Detallistas le hicimos su altar con mucho cariño, porque es la Madre de Jesús; si no existiera Él, yo no sé en qué creeríamos”, explica el comerciante.

Vladimir Alcántara Flores

Editor de la revista Desde la fe/ Es periodista católico/ Egresado de la carrera de Comunicación y Periodismo de la Facultad de Estudios Superiores Aragón.

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