Protección a menores

Los castigos corporales y humillantes

Según la UNICEF, los castigos corporales en contra de niñas, niños o adolescentes, son aquellos donde a partir de la fuerza física se inflige algún tipo de daño en cualquiera de sus partes del cuerpo con manotazos, patadas, pellizcos, quemaduras u obligarles a mantener posturas incómodas, o cualesquiera que les produzca dolor o malestar.

Al respecto, diversas infancias en México han sido educadas/domesticadas, a partir de recibir una “educación” de esta naturaleza, algunas personas que son hoy adultos y padres o madres, incluso han llegado a definir estos tratos como la mejor opción que pudieron tomar sus papás para enseñarles acerca de los límites, de tal suerte que optan también por reproducir los mismos actos con sus hijos.

Lo cierto es que estos castigos no son sólo dados con violencia física, también van acompañados de tratos humillantes altos en ofensas, insultos, ridiculizaciones, amenazas, etcétera, por lo que el daño además de quedar marcado en el cuerpo, queda marcado en la memoria y la construcción mental sobre la abstracción del mundo a partir de entenderlo con límites rígidos o difusos, así como las formas de “amor”, mediante el uso intencional de la violencia por parte de uno de sus adultos supuestamente, protectores.

Así pues, las niñas y los niños que crecen conociendo únicamente la violencia como método educativo, generan en sí mismos baja autoestima, una deficiente autoimagen, tendencia a sufrir de ansiedad o dificultad para resolver problemas, depresión, reproducción de violencia, entre otras.

Es por esto que resulta vital transformar las maneras de crianza brindada a niñas y niños para que sea positiva y bien tratante, donde se generen habilidades de empatía, autoconocimiento, apego seguro, respeto, resiliencia, diálogo, regulación de emociones y límites saludables.

Las niñas y los niños son personas que necesitan saber desde su primera infancia que son dignas de buenos tratos, que merecen respeto y recibir un amor que reconozca su habilidad de amar con ternura.

*Los artículos de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.

Licenciada Zaira Noemí Rosales Ortega

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