A sólo dos días de la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe y a dos semanas de la Navidad, el Arzobispo de México, Cardenal Carlos Aguiar Retes, acudió al Reclusorio Preventivo Varonil Oriente, donde celebró una Misa con los internos del lugar. A su ingreso, fue recibido por el subsecretario del Sistema Penitenciario de Ciudad de México, Hazael Ruiz Ortega, y por el director del penal, César Ramiro Rojas Gutiérrez, quien le ofreció detalles de la situación que actualmente priva en este centro de reclusión.
De acuerdo con Rojas Gutiérrez, en el Reclusorio Oriente hay 8 mil 686 personas privadas de la libertad, de las cuales mil 60 viven situaciones de vulnerabilidad: 435 adictos, 148 indígenas, 124 con discapacidad física, 108 con discapacidad psicosocial, 94 adultos mayores, 83 miembros de la comunidad LGBTTTI, 62 extranjeros y 6 personas con VIH. El Director del Reclusorio agregó que 99% de los internos tiene una actividad laboral; 26% asiste a capacitación para un trabajo; 56% estudia; 57% participa en actividades deportivas, cultuales o recreativas, “y el 100 por ciento tiene garantizada la atención médica”.
Al término del informe realizado por Rojas Gutiérrez, el Cardenal Aguiar Retes presidió la celebración eucarística para los internos, en cuya homilía dijo a la comunidad que la condición de hijos de Dios jamás se pierde, cualquiera que haya sido la conducta o acción fallida de la persona. En este sentido, externó que la gran sorpresa del Señor para sus hijos es que, al transitar a la vida eterna, todos somos herederos de su reino, “no por nuestros comportamientos, sino porque es su voluntad”.
“Ustedes se preguntarán si habrán perdido la condición de hijos de Dios por lo que han hecho. ¡De ninguna manera! -aseguró-. Nuestra conducta a veces nos hace perder el sentido de la dignidad que nos da el ser hijos de Dios, pero podemos recuperarla reconociendo que nos hemos equivocado. Cuando reconocemos que hemos hecho daño, nuestro corazón se abre a la acción del Espíritu Santo y volvemos a recuperar esa relación de hijos con el Padre”, señaló.
Finalmente, el Arzobispo de México llamó a la comunidad a compartir sus experiencias como internos, sus gozos, sus tristezas y preocupaciones; a reconocer sus faltas pasadas, pero también los buenos comportamientos que han tenido, y, sobre todo, a mirar hacia el futuro con la esperanza de recobrar su libertad y dignidad humana en todas sus dimensiones.
Al término de la Misa, el Arzobispo de México repartió “aguinaldos” a los internos, y a su salida del Reclusorio fue despedido con la canción “Amigo”, interpretada por un mariachi integrado por miembros de la comunidad.
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