En la tarde del jueves 6 de junio, el Papa Francisco visitó de forma sorpresiva una comunidad vecinal a las afueras de Roma, con el fin de dar continuidad al programa de la “Escuela de Oración”, una iniciativa para encontrarse con diversos grupos o comunidades de cara al Jubileo 2025.
En lo que fue su tercera visita a una comunidad como parte de esta iniciativa, el Papa Francisco arribó hacia las 17:00 horas a un garaje con paredes de ladrillos en el barrio de Palmarola, donde estaría conversando con una treintena de familias.
Entre los asistente, había parejas de padres primerizos, abuelos, bebés, niños con chupón, un grupo de mujeres inmigrantes de Senegal, un hombre ortodoxo, el presidente del municipio e integrantes del grupo juvenil de la parroquia de Santa Brígida de Suecia.
“Buenas tardes a todos”, dijo el Papa Francisco a los sorprendidos vecinos, quienes rompieron en aplausos y vivas para el Sumo Pontífice. Tras su mensaje pastoral, el Santo Padre dio inicio a la correspondiente sesión de preguntas y respuestas.
Entre los temas que abordó el Papa Francisco como respuesta a las preguntas de la comunidad, el de los desafíos de la familia fue uno de los más importantes. En este sentido, señaló que la familia es oxígeno en la crianza de los hijos.
Por supuesto -dijo-, se suscitan las peleas, las discusiones, a veces incluso las separaciones, esas “tormentas” que, sin embargo, no deben desanimar. “Si los padres discuten es normal, pero tienen la oportunidad de hacer las paces antes de que acabe el día, porque la ‘guerra fría’ del día siguiente es terrible”.
Señaló que las tres palabras clave, tan sencillas pero a la vez tan imprescindibles, para que una relación funcione son: “perdón, permiso y gracias… Gracias por preparar esta cena tan buena”. Y adonde no llegan las palabras -agregó-, basta un pequeño gesto para hacer las paces y volver a empezar al día siguiente.
Al tocar el tema de los niños, el Papa Francisco señaló que los niños observan siempre a papá y a mamá, y sufren cuando ven que no se llevan bien, de manera que los padres deben ser cuidadosos con lo que hacen frente a ellos. Asimismo, aconsejó a los padres separados no hablar mal uno del otro, sino educar a los hijos en el respeto.
También habló sobre los jóvenes respondiendo a la pregunta de uno de ellos, y sobre este tema dijo que la juventud sólo se puede contagiar la fe mediante el testimonio. “(Los jóvenes) tienen la responsabilidad de llevar adelante la historia, y si en el intento se caen deben levantarse. “Una de las cosas bellas de los jóvenes -dijo-, es que se vuelven a levantar. Todos nos caemos en la vida, pero lo importante es no quedarnos caídos si resbalamos”.
Finalmente, una señora expresó al Papa Francisco, bajo advertencia de que corría riesgo de romper en llanto, su gratitud por todos sus discursos expresados durante la Jornada Mundial de la Infancia. Y remató su participación manifestándole su emoción por su visita: “Verle aquí delante de una pared de ladrillo es lo más conmovedor…”.
Con información de Vatican News
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