Participa cada lunes a las 21:00 horas (tiempo del centro de México) en La Voz del Obispo en Facebook Live. Este lunes 2 de noviembre podrás conversar con el autor de este texto, Mons. Luis Manuel Pérez Raygoza, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de México, quien hablará sobre el cuarto capítulo de Fratelli tutti, la encíclica del Papa.
El cuarto capítulo de la carta encíclica del Papa Francisco, Fratelli Tutti, lleva por título “Un corazón abierto al mundo” y aborda el fenómeno migratorio, haciendo un llamado a tomar conciencia sobre la dramática situación de los migrantes en diversas latitudes de nuestra casa común.
En este capítulo el Papa indica la necesidad de fortalecer, como individuos y como pueblos, la conciencia de ser miembros de una misma familia humana, de ensanchar los horizontes más allá de las realidades y círculos humanos a los cuales pertenecemos y de ser capaces de preocuparnos y ocuparnos con responsabilidad, generosidad, solidaridad y creatividad por todo ser humano, no únicamente por aquellos que son inmediatamente cercanos a nosotros por los vínculos familiares, afectivos, sociales, laborales, locales o nacionales.
Más específicamente, el capítulo señala la imperiosa necesidad de que ninguna nación o pueblo permanezcan cerrados en sí mismos, mirando únicamente por sus intereses y rechazando a otros pueblos y culturas, sobre todo a los migrantes: “La verdadera calidad de los distintos países del mundo se mide por esta capacidad de pensar no sólo como país, sino también como familia humana” (Fratelli tutti, núm. 141).
El sufrimiento atroz que viven millones de migrantes en diversos puntos de la tierra es un grito que se eleva al cielo y que la inmensa mayoría de veces es acallado o ignorado en la tierra. Más aún, a ese grito, en algunos países, incluyendo el nuestro, muchas veces se responde, en el “mejor de los casos” con la indiferencia, pero normalmente con el rechazo, la violencia, la discriminación, el abuso y el atropello de los derechos fundamentales de las personas, llegando, lamentable y vergonzosamente, a la privación de la vida con una frialdad descarnada, escandalosamente inhumana y monstruosa.
El Papa recuerda que lo mejor sería que ninguna persona tuviera que salir de su lugar de origen en búsqueda de una vida mejor, sino que cada lugar brindase oportunidades de desarrollo y vida digna a todos sus habitantes. No obstante, mientras esto no suceda, han de tutelarse sin cortapisas los derechos fundamentales de todo migrante y brindarles la posibilidad de una vida digna.
En este sentido, el Santo Padre sugiere cuatro actitudes y acciones en favor de nuestros hermanos migrantes: “[…] acoger, proteger, promover e integrar. Porque «no se trata de dejar caer desde arriba programas de asistencia social sino de recorrer juntos un camino a través de estas cuatro acciones, para construir ciudades y países que, al tiempo que conservan sus respectivas identidades culturales y religiosas, estén abiertos a las diferencias y sepan cómo valorarlas en nombre de la fraternidad humana»” (Fratelli tutti, núm. 129).
Ciertamente la migración es una realidad extremadamente compleja cuya atención requiere de un profundo cambio de mentalidad y de estructuras, de una auténtica “conversión social y política”, de la superación de “localismos” y “nacionalismos” exacerbados. Este cambio de mentalidad o conversión social, tendría que dar lugar, según el Sumo Pontífice, a una serie de acciones muy concretas como las siguientes:
[…] incrementar y simplificar la concesión de visados, adoptar programas de patrocinio privado y comunitario, abrir corredores humanitarios para los refugiados más vulnerables, ofrecer un alojamiento adecuado y decoroso, garantizar la seguridad personal y el acceso a los servicios básicos, asegurar una adecuada asistencia consular, el derecho a tener siempre consigo los documentos personales de identidad, y un acceso equitativo a la justicia […] (Fratelli tutti, núm. 130).
Por otra parte, la crisis sanitaria generada a causa de la SARS-Cov-2 ha problematizado aún más la ya de por sí penosa situación de quienes migran en búsqueda de una mejor situación para ellos y sus familias.
Que las orientaciones del Santo Padre en el cuarto capítulo de Fratelli tutti nos impulsen a sumarnos a cualquier esfuerzo humanitario que podamos abrazar, desde nuestra realidad y condiciones, para “acoger, proteger, promover e integrar” (Fratelli tutti, núm. 129) a nuestras hermanas y hermanos migrantes.
¿Por qué nos cuesta entendernos? Análisis del 1er capítulo de Fratelli tutti
‘Un extraño en el camino’, análisis del 2do capítulo de Fratelli tutti
Un mundo abierto, principales puntos del 3er capítulo de Fratelli tutti
Puedes leer la encíclica Fratelli Tutti completa aquí.
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