La voz del Obispo

Reaccionar desde la fe en tiempo de crisis

Participa cada lunes a las 21:00 horas (tiempo del centro de México) en La Voz del Obispo en Facebook Live.  Este lunes podrás conversar con el autor de este texto, Mons. Francisco Daniel Rivera, M.Sp.S., Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de México.

Comencemos por definir ¿qué es lo que entendemos por “tiempo de crisis”?

Según el diccionario de la Real Academia de la lengua española, la palabra crisis indica un: Cambio profundo y de consecuencias importantes en un proceso o una situación, o en la manera en que estos son apreciados.

Esto significa que debemos considerar dos elementos: uno objetivo (el cambio profundo y de consecuencias importantes) y otro subjetivo (la manera como apreciamos y vivimos internamente la situación objetiva).

Esto significa que en nuestros días, la pandemia, debido a los cambios profundos en la sociedad y sus consecuencias importantes en el campo de la salud, de la economía, del trabajo, etc…, está provocando objetivamente un tiempo de crisis en las estructuras sociales, tanto a nivel nacional como mundial.

¿Cómo será la vida cuando termine la pandemia de COVID-19? Foto: Mauro Monti/Diócesis de Roma

Pero también es cierto que a nivel subjetivo, la experiencia de toda esa situación, repercute en cada uno de nosotros, pues cambia nuestras formas propias de vida y tiene consecuencias importantes en nuestro modo de relacionarnos, en nuestra economía familiar, en el ámbito del trabajo y en muchos otros condicionamientos. De modo que, al tiempo objetivo de crisis, se añade también un tiempo de crisis subjetiva.

Se impone entonces una nueva cuestión, ¿qué podemos hacer nosotros ante el tiempo de crisis a esos dos niveles?

Ante la crisis objetiva, ¿qué me corresponde?

Hace muchos años en Roma, un religioso jesuita anciano y gran amigo, ante una situación difícil que yo estaba viviendo me dijo: “En momentos como éste, es necesario ponerse la pregunta más breve de la lengua española”; le pregunté cuál sería, y me contestó: “la pregunta es: ¿y?”.

Este consejo me ha sido de gran utilidad toda mi vida. Si lo aplicamos al tiempo de crisis que estamos viviendo, podría abrirnos hacia horizontes nuevos.

Ante la crisis objetiva ¿qué me corresponde? ¿Cómo puedo unirme a la comunidad humana para enfrentarla juntos de mejor manera? Es increíble que siga habiendo personas que creen que la pandemia no existe, o que es una maquinación de los gobiernos de las naciones para deshacerse de la población de ancianos, o cosas similares.

¿No sería más fácil, abrazar como propias las indicaciones de las autoridades civiles y religiosas y cuidar la sana distancia, hacer uso de los cubrebocas, lavarse con frecuencia las manos y cuidar la higiene de las cosas con las que entramos ordinariamente en contacto? No está a nuestro alcance dar solución a los problemas mundiales a los que nos enfrentamos, pero colaborando en la parte que nos toca, entramos en un movimiento “reparador” de la sociedad a la que pertenecemos.

Una feligresa porta cubrebocas al interior de la Catedral Metropolitana de México. Foto: Javier Juárez

A nivel subjetivo, el tiempo de crisis puede ser un tiempo de desolación, de angustia y depresión o bien, un tiempo oportuno para reaccionar y discernir serenamente lo que está a nuestro alcance para sobrevivir a lo que nos crea dificultad.

Analiza:

¿Cómo te está afectando la pandemia? ¿En qué áreas de tu persona?

Discierne, plantéate la pregunta “¿y entonces?”:

¿Qué opciones tendrías para afrontar la crisis personal? (deprimirte, ponerte de mal humor, pelearte, dialogar, poner orden, pedir ayuda…)¿Qué podrías hacer tú, para vivir y enfrentar con serenidad las nuevas situaciones?

Decide:

Opta por la opción que más te ayudaría para reaccionar positivamente? ¿Define con cuáles actitudes quisieras vivir los nuevos condicionamientos?

Y, no dejes de iluminar este proceso desde la fe, confiando en que, como afirmaba San Pablo, nosotros todo lo podemos en Aquél que nos da la fuerza (cf. Flp 4,13).

 

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Mons. Daniel Rivera

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