La voz del Obispo

Jesús orante modelo de la oración auténticamente cristiana

Algunos elementos para una oración auténticamente cristiana expresados en la Carta titulada “Sobre algunos aspectos de la meditación cristiana” según el Cardenal Ratzinger son los siguientes: considerar la oración como una relación personal, íntima y profunda con Cristo; buscar el contacto con las tres personas divinas, la búsqueda de la voluntad de Dios para nuestra vida y lograr profundizar en nuestra identidad y misión cuando hacemos oración, es decir, quiénes somos y qué estamos llamados a hacer.

En el documento “Sobre algunos aspectos de la meditación cristiana” se dice que la oración cristiana está determinada por la estructura de la fe cristiana en la que se hace presente la relación de diálogo personal entre Dios y su creatura. Damos un paso más aprendiendo en este documento del Magisterio cómo la Biblia nos enseña cómo debe rezar el hombre que recibe la revelación bíblica, pues en la Biblia, en el Antiguo Testamento, el Libro de los Salmos se ha convertido en la base para la oración oficial de los seguidores de Jesucristo, sobre todo cuando ahí se hacen presentes medios para invocar a Dios como auxiliador en el peligro y en la enfermedad, en la persecución y en la tribulación. En los Salmos se alaba el divino poder y bondad, la justicia y la misericordia de la infinita majestad de Dios. Jesús orante, modelo de oración, oró con los salmos, por ello es verosímil creer que cuando oramos, oramos “por Cristo, con Cristo y en Cristo”; cuando oramos es como si fuéramos la prolongación de la oración de Cristo que se extiende a lo largo del tiempo y el espacio; es Jesús que sigue orando a través de nuestra propia oración al Padre por la humanidad.

La oración cristiana a la luz de la revelación en Cristo, en los Evangelios, nos deja ver como la Palabra se ha hecho carne y habitó entre nosotros; toda la vida y obra de nuestro Señor Jesucristo es Palabra de Dios, palabra que puede ser profundizada desde la acción del Espíritu Santo que habita en los corazones, es el Espíritu de Dios quien nos revela las profundidades de la voluntad de Dios en orden a nuestra salvación. Por ello va bien entrar en el dinamismo de la Palabra, a través de la cual Dios habla hoy y la oración, a través de la cual nosotros hablamos con Dios. “Por este motivo la Santa Iglesia recomienda siempre la lectura de la Palabra de Dios como fuente de la oración cristiana; al mismo tiempo, exhorta a descubrir el sentido profundo de la Sagrada Escritura mediante la oración “para que se realice el diálogo de Dios con el hombre, pues “a Dios hablamos cuando oramos, a Dios escuchamos cuando leemos sus palabras” (Dei Verbum 25)”.

Volvamos al centro: Jesús orante, Él ha orado con la Palabra de Dios  narrada en el Antiguo Testamento llevando a su plenitud toda promesa que ahí se contenía; Él, siendo la mismísima Palabra de Dios encarnada y contada en el Nuevo Testamento, nos introduce a la voluntad del Padre por la acción del Espíritu Santo. Es Jesús orante quien está presente en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento, y es ahí en la Bíblia donde Dios habla hoy. Por ello, la Sagrada Escritura es fuente de la oración auténticamente cristiana.

Para finalizar esta breve reflexión, quisiera compartirles que en la Ciudad de Roma se está llevando a cabo el Sínodo de la Sinodalidad cuyo método para discernir la voluntad de Dios se ha transmitido a toda la Iglesia, se trata de los Conversatorios en el Espíritu en donde en grupos de diez personas más o menos se lee un texto de la Palabra de Dios, se escucha al Espíritu reflexionando cada uno con la cuestión ¿qué me dice a mí el texto? En una segunda ronda se reflexiona y comenta cada uno cómo Dios le está hablando a través de lo que el texto le ha dicho a los integrantes del círculo. Finalmente, todos ven cómo han sido tocados por Dios al escucharse mutuamente y se preguntan ¿qué nos está pidiendo Dios a través de su Palabra?

Hemos pasado de una oración auténticamente cristiana personal e íntima a una oración auténticamente cristiana comunitaria. Podemos orar en secreto, en la habitación ante nuestro Padre que ve lo secreto (Mt 6,6-13) como también alabar a Dios en medio de la comunidad de los hijos de Dios que dicen Padre nuestro.

Mons. Carlos Samaniego

Es Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México.

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