Soy pensamiento de Dios

La alegría del Evangelio: ¿Cuál es la mejor manera de transmitir a Cristo?


Actualmente, mucho se habla de que tenemos que ser una Iglesia en salida, y de que los cristianos tenemos el deber de llevar con alegría el mensaje de amor de Jesucristo, ya que difícilmente un cristiano triste puede transmitir la alegría del Evangelio. Pero, ¿cómo y dónde encontrar en todo momento la alegría que se necesita para transmitir la Palabra de Dios? La respuesta es simple: en el Señor.

La felicidad de descubrir al Señor, como dice el Papa Francisco en Evangelii Gaudium, “llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús”. Así que para el cristiano, este encuentro es el principal motivo para vivir con intensidad y alegría.

Como María Magdalena que se encontraba desolada porque había perdido lo que para ella era lo más importante, a su Maestro, así nosotros perdemos el sentido de nuestra vida al no ubicarnos en nuestra realidad, y con frecuencia optamos por buscar la felicidad en la mundanidad, expresión utilizada por el Papa Francisco en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium, cuando nos dice que la “mundanidad espiritual” es buscar en lugar de la gloria del Señor, la gloria humana y el bienestar personal”.

Por tal razón, en la misma exhortación apostólica, el Papa Francisco nos invita a ‘renovar ahora mismo nuestro encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarnos encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso.

Para vivir en la plenitud de la alegría del Evangelio, es necesario vivir nuestro día a día con la presencia de Jesús en el corazón. Jesús quiere que vivamos felices, y la alegría cristiana está en esto: en servir a los demás, en vencer los apetitos del mal y en seguir al Espíritu Santo.

San Agustín señala que el camino a la felicidad está en Dios: Él es la fuente de nuestra felicidad y meta de nuestro apetito. Para Santo Tomás de Aquino, la auténtica y perfecta felicidad para el hombre consiste en la suma Verdad y el Bien Absoluto: es decir, la felicidad sólo se alcanza en la única Verdad que viene de Dios.

De manera que un cristiano es, en esencia, un seguidor de Jesús, y por lo tanto busca en Él la alegría de vivir. Pero, ¿dónde podemos encontrar mensajes que nos ayuden a alcanzar esa alegría?

En las Bienaventuranzas. En el Sermón de la Montaña del Evangelio de san Mateo podemos leer algunas claves de la felicidad cristiana, que básicamente tienen que ver con la esperanza. El texto concluye diciendo: “Alégrense y regocíjense, porque su recompensa será grande en los cielos…”.

En la Resurrección. A lo largo de su vida, Jesús tuvo muchos encuentros, y todos causaban alegría; sin embargo, el más alegre de todos fue cuando se le apareció, resucitado, a María Magdalena. Busquemos nosotros también ese encuentro con Jesús resucitado. La Resurrección de Jesús es la principal causa de nuestra alegría. San Pablo nos recuerda: “Si Jesús no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe”. (1 Cor 15, 14).

En el tesoro descubierto. En nuestra vida espiritual, poco a poco podremos darnos cuenta del enorme regalo de Dios, un regalo que, sin embargo, implica renuncias de todo tipo, pero que sin lugar a dudas nos dará la alegría que tanto necesitamos para transmitir a otros el mensaje de amor de Jesús: “El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel” (Mt 13, 44).

En las Sagradas Escrituras hay 46 versículos que nos hablan de la alegría: “Simja en hebreo significa alegría, una alegría que no es un estado fortuito del que el ser humano es víctima pasiva, sino un estado de conciencia que hay que alcanza y permanecer en él a pesar de las dificultades” (Moises Bendahan).

Si quieres ser feliz para poder transmitir alegremente el Evangelio, recuerda que es en el mismo Evangelio donde se puede hallar esa alegría cristiana, en el encuentro con Cristo resucitado. Y no olvidemos a nuestra dulce Madre del Cielo, la siempre Virgen María, Madre de Jesucristo y Madre nuestra, motivo también de mucha alegría en nuestro corazón, quien con su inmenso amor nos llena el corazón de paz y felicidad.

Adolfo Prieto

Adolfo Prieto es licenciado en Administración de Empresas por la Universidad Iberoamericana; tiene una segunda licenciatura en Ciencias Religiosas por la Universidad Pontificia de México y la Universidad La Salle; una maestría por en Ciencias de la Familia por el Instituto Juan Pablo II de la Universidad Anáhuac y otra en Teología por la Universidad Lumen Gentium. Actualmente cursa un doctorado en Teología Espiritual.

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