Después de la guerra, cuando los tanques y bombas ya habían destruido las ciudades del país, entraron los soldados y encontraron todo desierto.
Los pocos defensores que habían quedado habían huido, y la gente que pudo, confundida, aturdida, angustiada y herida, también se había marchado. Solo quedaba una sola persona, sentada en medio de las ruinas, y al preguntarle el soldado invasor:
Y después de la guerra, cuando los tanques y bombas ya habían destruido las ciudades del país, entraron los soldados y encontraron todo desierto.
*Los textos de nuestra sección de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la Fe.
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