El papa emérito Benedicto XVI fue un siervo incansable de la Iglesia, aunque su obra y misión es incalculable, podemos resumirla en tres claves.
1.- La búsqueda por la Verdad
Son muy conocidas sus catequesis sobre s. Agustín en las audiencias de los miércoles en Ciudad del Vaticano. Y podemos afirmar que cuando habla y escribe sobre el obispo de Hipona se apasiona. Para él, Agustín es el “mayor padre de la Iglesia latina”. “Una de las mayores figuras en la historia del pensamiento. “Sus escritos tienen una importancia fundamental no solo para la historia del cristianismo, sino para el desarrollo de toda la cultura occidental. Pues pocas veces una civilización ha encontrado un espíritu tan grande, capaz de acoger sus valores y de exaltar su riqueza intrínseca”.
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2.- La bondad.
Benedicto XVI era un hombre cercano. Un papa que miraba a los ojos y escuchaba atentamente al que estaba a su lado. Sus últimas palabras en su viaje a México reflejan a un pastor bueno preocupado por los que habitamos este país: “ser fiel a sí mismo y a no dejarse amedrentar por las fuerzas del mal, a ser valiente y trabajar para que la savia de sus propias raíces cristianas haga florecer su presente y su futuro”. El mismo papa Francisco reconocía esta bondad y sencillez en la oración Te Deum celebrada en la basílica de san Pedro horas después de su fallecimiento.
3.- La belleza.
El papa Benedicto en un encuentro en la capilla Sixtina con más de doscientos artistas internacionales recordaba que lo que realmente necesitan los hombres y mujeres contemporáneos es la belleza, pues es el camino para encontrar a Dios. Meditando sobre el salmo 135, que recuerda la creación del mundo, afirmaba que la naturaleza bienaventurada, la bondad sin envidia, es el objeto de amor por parte de todos los seres racionales. Y en un retiro cuaresmal a la Curia romana compartió que “con frecuencia nos encontramos en un túnel oscuro en plena noche, pero, por la fe, al final vemos luz y sentimos una bella música, percibimos la belleza de Dios, del cielo y de la tierra, de Dios creador y de la criatura”. Benedicto XVI se fue a la Luz eterna, a escuchar la bella música y nos dejó unas partituras que nosotros debemos aprender a tocar con el ritmo acompasado de Dios. Descanse en paz el papa, siervo fiel y prudente que escuchó a las víctimas de abusos, que reformó el dicasterio de la Congregación de la Fe, que nos invitó a volver a las raíces cristianas
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