El ahora el secretario de Estado del Vaticano, cardenal Pietro Parolin vivió en México de 1989 a 1992 cuando trabajó en la Delegación Apostólica de la Santa Sede.
Días atrás estuvo de vista en nuestro país, para celebrar el XXX Aniversario del restablecimiento de las relaciones entre la Santa Sede y el gobierno de México.
Un político que se reunió con él me comentó sorprendido, de manera positiva, del gran conocimiento que el cardenal tiene de la realidad mexicana.
No solo conocía la historia de México, sino que estaba muy bien informado del momento que se vive en el país y de manera particular de la situación política.
El 26 de abril, el cardenal, en la ceremonia oficial del festejo, presentó una ponencia que tituló: “Laicidad positiva y la libertad religiosa: Una reflexión contemporánea”.
Sobre la libertad religiosa planteó: “Para que la Iglesia pueda efectuar su función pastoral necesita que el Estado le garantice la libertad religiosa, que es un derecho fundamental de la persona”.
Sostuvo que “el derecho humano a la libertad religiosa no sólo protege los derechos de los creyentes, sino también de los no-creyentes para vivir con entera libertad, de manera individual o asociada, en la vida privada o en el espacio público, de acuerdo a sus convicciones sobre el significado último de la vida”.
Y añadió que la libertad religiosa es una realidad más amplia que la libertad de culto. Implica considerar la dimensión pública de la religión.
En su intervención citó un texto central para la Iglesia, la declaración Dignitatis humanae sobre la libertad religiosa del Concilio Vaticano II: “En la actualidad, la Iglesia católica reconoce que la libertad religiosa es un derecho humano fundamental que brota de la dignidad de la persona humana. Esto quiere decir que este derecho no surge de una mera convicción subjetiva sino de la naturaleza profunda de cada ser humano. Este derecho protege la necesaria libertad psicológica y la inmunidad de coacción externa requeridas para realizar opciones en conciencia en estas delicadas y decisivas materias”.
En su intervención dijo que a treinta años del restablecimiento de las relaciones entre la Iglesia y el Estado Mexicano hay que “mirar al futuro abriendo nuevos espacios de diálogo y de colaboración institucional. Son muchos los temas internacionales que invitan a una nueva promoción del multilateralismo en favor de una política internacional a servicio del hombre y del bien de todos los pueblos”.
Y añadió que: ”Los grandes temas fundamentales como la paz, el desarrollo humano integral, la fraternidad entre los pueblos y una visión inclusiva del mundo donde vivimos serán los catalizadores que nos permitirán averiguar en los próximos años el camino cumplido hasta aquí y las esperanzas de tantas personas de buena voluntad”.
Twitter: @RubenAguilar
Rubén Aguilar Valenzuela es profesor universitario y analista político.
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